Archivo mensual: marzo 2012

De cisnes y de amor…

Un regalo de un hombre muy especial que afortunadamente es mi amigo: Carlos Enrique.

Ama al cisne salvaje – Luis Rogelio Nogueras

No intentes posar tus manos sobre su inocente
cuello (hasta la más suave caricia le parecería el
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna, no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.

Confórmate con su salvaje lejanía
con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.


S.O.S – Blogueros, a mí!!!!

Ok chicos y chicas de la blogosfera, ustedes saben como soy yo de inventora y ayer, conversando con mi querida – y nueva amiga – Ley (Botellas al mar) se me ocurrió hacer una cosilla ahí que ahora mismo no voy a comentarles porque quiero que sea sorpresa. Ley, shhhh! Guárdame el secreto!!! 😉 A lo mejor piensan que esto es una tontería pero este post bobo que pregunta el color preferido de todos ustedes tiene un objetivo muy lindo, muy puro y quiero que me voten, por favor.

La idea de este post es ver cómo funciona una encuesta pues necesitaré de una para mi «plan macabro», BWAJAJAJA! Esto es una pruebita pero necesito que voten para así ver si funciona realmente, si da resultados, si se mantiene organizado y si caduca el día programado.

Solo les adelanto que esta sorpresa tiene que ver con muchos de los blogs que tengo en mis «Anexos» y será una especie de homenaje a algunos de sus creadores, por eso les pido su cooperación. Esto estará una semana aquí y le haré un link a una página que luego borraré, cuando concluya el experimento.

Pues dicho ya todo, crucemos los deditos y esperemos que funcione.

Gracias chic@s!


Una niñita en La Víbora – VIIII (FIN)

El primer beso que supo a beso y fue para mis labios niños como la lluvia fresca.

Federico García Lorca

Despidiéndome de La Víbora.

La escuela al campo fue divertida y me sentí muy bien, fue la primera vez que probé la independencia y adoré ser libre. No es que hiciera nada del otro mundo, como dije aún mi sexualidad no despertaba y no era de hacer locuras, pero el estar sola y a cargo de mi vida por 21 días me hizo muy bien. De todas mis amigas la única que orgullosamente no se rajó fui yo. Recuerdo que una a una todas fueron cayendo enfermas, lesionadas, cobardes… y se fueron, algunas 15 días antes, 1 semana, 5 días. Yulima se enfermó de la garganta y me dejó sola un fin de semana pero regresó para estar los últimos 3 días.

La pasábamos genial y en las noches nos reuníamos al lado de los baños a hacer cuentos de miedo o a jugar a adivinar la película. Hacíamos campeonatos de este juego masivamente, las hembras contra los varones. Me hice amiga de dos o tres muchachitas y muchachitos de mi aula que me ayudaron a pasar la segunda mitad del curso en paz y aprendí que si podía tener amigos verdaderos en la adolescencia.

Me besé con un muchacho pero solo por besarnos, no sentía mucho, era raro de hecho. Me hice noviecita de otro pero no le besé. Mi papá se enteró y casi me saca a rastras del campamento. La preocupación de mi padre por mi virginidad era tal que a veces pienso que de no haber emigrado a los estados Unidos cuando yo tenía 14, sería virgen aún o me habría desheredado – probablemente la segunda porque nunca lo dejé controlar mi vida sexual, mi sexualidad era mía y por eso bastantes broncas tuvimos -.

La escuela al campo también me dejó heridas de guerra. Recuerdo que la primera semana hizo el frío más crudo que he vivido y la temperatura bajó tanto que aún me duelen los dedos al recordarlo. Estábamos en provincia Habana y allí es donde más frío se siente en mi tierra. La segunda semana la temperatura subió mucho y supongo que el cambio de ambiente fue lo que acabó con muchos de nosotros. Yo perdí la voz completamente por muchos días. Al llegar el primer domingo mi papá quiso llevarme para la Habana porque yo tenía catarro. «¡Que no!» fue mi única respuesta y él se marchó encabronado.

Después fue el esguince doble en mis dedos del medio y anular de la mano derecha. Lo que hacíamos allí era desyerbar boniato y papa y arrancando hierba mala me lastimé ambos dedos. Recuerdo que no podía cerrar esa mano y me dolía muchísimo, mis dedos parecían chorizos. Mi papá quiso entonces llevarme de vuelta porque iba a perder los dedos. «¡Ya te dije que no me voy!». Otra vez el insulto. La última semana fue lo del noviecito y le dejé bien claro que no me iría hasta el último día. Se fue muy bravo pero me quedé.

Ya de vuelta y cercano al incidente con la profesora de Física, estaba yo un día en el patio interior de la escuela cuando dos muchachos comenzaron a coquetear conmigo y una amiguita del aula – bueno, la salsa era conmigo pero como ella estaba ahí-. Ambos eran el sueño de cualquier adolescente aunque cada uno era hermosamente único e irrepetible.

Leonel era trigueño, fuerte, un año mayor que nosotras pues había repetido un curso; era un sueño pero era un bruto y un rega’o. Alberto era blanco y de cabellos rubios oscuros, ojos azules como el mar revuelto y el porte de caballerito medieval; era muy inteligente y además, hijo de la profesora de Física O.O

Ni sé cómo me enredé con Alberto pero si recuerdo que él me dio mis mejores besos – hasta hoy – y conocí lo que es «mojarse» de excitación. Nos besábamos durante largos minutos, sin separarnos, degustándonos hasta la saciedad. Nos íbamos al patio trasero o por el laboratorio de Química y nos besábamos sin descanso. No pasamos de eso y esa fue la razón de que me dejara por otra chica de otra aula que seguro ya hacía muchas más cosas que yo.

Fue un enamoramiento furtivo y experimental que me dejó los mejores besos de mi vida y el hambre por obtener más. Comenzaron a gustarme otros muchachos pero no llegué a nada con ninguno pues mi papá estaba al irse de Cuba y yo no tenía cabeza para nada de eso. Mi inexperiencia era tal que no sabía como manejar las situaciones.

Unos meses después Leonel me confesó que estaba enamorado de mi y se peleó con Alberto por jugar conmigo y la otra muchacha. Nos hicimos amigos pero nunca pude verlo como pareja, supongo que desde ese tiempo ya iba comprendiendo que no me excitan los hombres brutos, por muy lindos que sean. Una tarde discutimos por alguna bobería y me fui muy molesta de la escuela. Vino el fin de semana y el próximo lunes hubo una marcha, ni me acuerdo por qué. Toda la escuela se fue para el evento y a media caminata una maestra nos informó que Leonel había tenido un accidente la tarde anterior yendo para la casa de su papá que casualmente vivía en el Cotorro. Él  iba en bicicleta y un camión lo chocó. Cayó de cabeza contra el piso y aunque lo llevaron al hospital, no sobrevivió la noche.

No nos dijeron nada porque sabían que nadie iría a la marcha de saberlo; a Leonel todo el mundo lo quería. Yo me pasé días llorando sin consuelo, me sentía tan culpable… La última vez que lo vi vivo discutimos y murió sin saber que lo quería mucho. Me sentí decepcionada de la vida, de la escuela, del engaño que funcionó para que no pudiéramos ir a verlo. Esa fue mi última marcha, mi último «acto revolucionario». A partir de ahí mandé todo a la mierda y más nunca me dejé usar por el sistema; me habían traicionado bajamente. Con el tiempo superé lo de Leonel aunque nunca me atreví a ir al cementerio. Supongo que aún me siento culpable de haber peleado con él.

Mi papá preparaba su salida del país y me pidió que pasara las vacaciones en su casa y así lo decidí.

Y así se acabó el 8vo grado, dejando atrás mi último gran problema, mi última pelea, mi primer beso húmedo, los primeros amigos, la primera pérdida, el fin de mi niñez y el principio de mi adolescencia.

– FIN –


Al fin un parque…

Considera en cada placer no cómo comienza, sino cómo termina.

Marco Tulio Cicerón

Si me permiten… un poco de hedonismo.

Hablando de hedonismo, hay placeres en la vida que son simples pero para mi, completamente enviciantes.

Llevo 3 años en los Estados Unidos y nunca había visto un parque. Para nosotros un parque es un espacio – donde generalmente antes hubo un edificio que se derrumbó, jajaja! – que casi siempre tiene áreas verdes, sea césped, árboles o alguna que otra decrépita matica. Nuestros parques se caracterizan también por tener farolas o postes de luz – que los vándalos desbaratan para beneplácito de nuestros enamorados locales -, alguna estatua, lo mismo de un mártir de la patria que de un local que hizo algo o cualquier bobería que se lo ocurrió a alguien poner. Pero lo fundamental de nuestros parques ‘caballero’ (forma del lenguaje cubano para referirse a dos o más personas que hacen de escuchas cuando uno habla) son los bancos – que faltan en muchos pues la creciente pasión por el diseño interior de nuestras amas de casa hacen de nuestros hombres unos bandidos que, segueta en mano, se llevan lo que sea de donde sea para poner en el patio interior de la doña -, de hierro con tablones de madera.

Si se fijan usé la palabra parque sombreada con negrita para referirme a los nuestros. En este país un parque es una reserva como el parque Amelia, un parque de diversiones comoo los de Disney World o un parque temático como el Santa’s Enchanted Forest que se hace aquí para las navidades. Los parques de nosotros aquí no se ven, al menos no en Miami.

Ayer estuve caminando por una parte del Downtown con una amiga, buscando algún lugar para que ella bebiera – yo no tenía el día para Margarita – y contarnos todos los chismes atrasados. Encontramos un lugar muy placentero y allí nos quedamos. Era una parcela de hierva inmensa, atravesada por un caminito de ladrillos para caminantes y en uno de los costados tenía banquitos y farolas, a lo cubano. Por supuesto, renunciamos a la bebida por el aire libre.

Nos sentamos allí y yo reposé mi cabeza mientras escuchaba los sonidos de la tranquila tarde de ciudad y miraba a mi alrededor, recordando mi Cuba y sus parques. El viento me despeinaba y yo miraba al cielo. La gente paseaba a sus bebés – niños en coches o perritos con arneses – y se sentía el olor a comida de todos los restaurantes que nos rodeaban. Era como estar en la cima del mundo.

Me sentí bien, esa zona es súper chic pero a la vez muy tranquila. Hay muchos comercios y restaurantes con swing, no como los cuchitriles de otras zonas de Miami y Hialeah. Eso allí es América y lo disfruté. Puede parecer una sencillez pero para mí, el lugar influye en el ánimo y si estoy en un sitio que me transporta a mi Habana, pues me siento bien.

No sé por qué, pero me imaginé con mi cabeza en su hombro, allá en aquel parque que fue nuestro por una tarde, entre vendedores, artesanos y libros. Estuve en mi Cuba otra vez por una tarde.


Ese animal llamado Hombre – IV

Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde.

Sir Francis Bacon

Percepción e inteligencia intrapersonal.

– ¡Me vas a volver loco! ¿No quedamos en que íbamos a la casa y cuando regresáramos entraríamos a la farmacia? – me dijo él casi gritando, se sentía mal por el resfriado.

– Está bien, no me di cuenta… – respondí yo con cara de pucheros.

La discusión venía desde que nos montamos en el auto pero se vio interrumpida al entretenerme disociarme con la vista de un recuerdo de mi Cuba querida.

– ¡Mira, mira tuti! ¡Un hombre en una bicicleta con motorcito! ¡Mira como echa humo! – dije emocionada al recordar los riquimbilis de mi patria.

– ¿Dónde?

Ya el hombre doblaba la esquina y lo perdí de vista. Pusieron la luz verde en ese preciso instante y doblamos, divisando al hombre de nuevo, un poco más adelante.

– ¡Ahí, ahí! – señalé yo con el dedo sin dejar de mirarlo. Era un señor maduro – lo que se dice ocambo en Cuba -, vestido de blanco con un chort, un pulover y una gorrita estilo volchevique.

– Ah si – me dijo él al verlo. Todo ocurrió en segundos.

– Míralo como se cambió de senda sin mirar para atrás.

– ¡Pero será comemierda! – un van con claras intenciones de llevarse la roja frenó con todo. El hombre se había cambiado de senda en el preciso instante en que pusieron la roja, supongo que con el objetivo de entrar a la izquierda, como si las bicicletas no se rigieran por las leyes del tránsito.

– !Ay, le va a dar¡ ¡Le va a dar! ¡Le va a dar! – grité yo apuntando a la escena con mis dedos.

– ¡Le dio!

Todo ocurrió en fracciones de segundos, mientras llegábamos al semáforo en rojo. El van frenó en seco y zigzagueó antes de impactar al hombre que cayó al suelo enredado con la bicicleta. Nos detuvimos al lado del incidente pues todo ocurrió en la senda al lado nuestra.

Las dos chicas que iban en el van se bajaron asustadas, el hombre se levantaba sin ayuda, estaba bien. La rueda de atrás de la bicicleta se jorobó pero él no perdió ni la gorrita. Solo tenía un rasponazo en el codo derecho y les hacía señas de que estaba bien, de que no le había pasado nada. Pusieron la verde y al ver que no fue nada grave, proseguimos.

– Tuti tienes unos ojos, por poco matas al hombre – me dijo él.

Yo comencé a llorar.

Y con esta anécdota, fresquecita pues ocurrió ayer 14/3/12, comienzo mi reflexión y/o muela 🙂 sobre la psiquis humana, esta vez sin saber realmente de qué quiero hablar ya que me metí en la wiki a leer sobre algunos fenómenos y salté de tema en tema y ya ni sé por donde iba la cosa, pero bueno, hagamos el intento.

Es sabido que yo soy atea y que no creo en poderes divinos y ese tipo de cosas por lo tanto, queda claro que la clarividencia, las visiones, la telepatía y todas esos cuentos de midiums están descartados; no son «el tema». Vaya, qué misticismo! jajajaja! Ya en serio…

En mi cabeza no cabe la posibilidad que de ninguna manera mis acciones hayan causado, directa o indirectamente, el accidente del señor pero el suceso me trajo algunas dudas y deseos de analizar la mente humana, como me ocurre de vez en mes. Siempre me ha gustado el psicoanálisis y leyendo hoy, saltando de tema en tema como las pulgas, llegué a una terminología que no conocía de nada pero que aplica a mi personalidad. Nunca había leído o escuchado sobre ella pero tiene que ver conmigo y con mi personalidad: Inteligencia intrapersonal – I.I a partir de ahora para abreviarla (después les hablo más del tema).

Disculpen si me vuelvo incoherente y si no encuentro un punto fijo de atención en este post pero me quedé fundía leyendo, jajajaja! y aún no sé qué quiero expresar. Siempre me he preguntado qué es un deja vú y por qué sucede, así mismo me interesa esa sensación de que «algo va a suceder» que al menos a mi me sobreviene a veces; según la wiki se puede asociarse a la intuición o puede verse como premonición, siendo parte de la percepción extrasensorial.

También me he dado cuenta de que habemos personas más perceptivas e intuitivas que otras – algunas como yo nos damos cuenta y otros, amén de ser de esa manera, apenas conocen este fenómeno – y aunque no sé explicar el por qué, me imagino que ahí es donde entran en el juego la inteligencia interpersonal y la I.I.

La inteligencia (del latín intellegentĭa) es la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas. El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define la inteligencia, entre otras acepciones como la «capacidad para entender o comprender» y como la «capacidad para resolver problemas». La inteligencia parece estar ligada a otras funciones mentales como la percepción, o capacidad de recibir información, y la memoria, o capacidad de almacenarla.

La I.I es la capacidad de comprenderse a uno mismo en profundidad pudiendo así dominar los propios sentimientos, dándoles nombre y usándolos para relacionarse con los otros. Así, la capacidad de diferenciar entre un sentimiento y otro, educándose uno mismo y llegando al conocimiento profundo de la propia personalidad. Ufff! ‘Ta complicado y aunque parece sencillo, no es tan así. En aquel post Simplemente yo, algunos de ustedes me comentaron que les era difícil hacer un análisis tan detallado de sí mismos. Leyendo hoy llegué a la respuesta: I.I.

Según Howard Gardner existe la inteligencias múltiple y se separa en 8 tipos pero eso lo leen ustedes si quieren pues no quiero extenderme con la baba. El caso es que todo individuo posee una grado de inteligencia dado y cada una de estas inteligencias por separado nos pertenecen también solo que la magnitud alcanzada va en dependencia de muchos factores como la vocación y los intereses personales.

Volviendo a la I.I, a la percepción, la intuición y los fenómenos que no entienden nuestras mentes y por supuesto, al accidente del señor… a veces me pregunto si esas casualidades en las que uno ve algo o dice que algo sucederá y realmente sucede, tendrán algo de premonitorio. No me refiero a las visiones ni a escuchar voces del más allá que te dicen algo, me refiero meramente a esa sensación de ansiedad, de estar adelantado en el tiempo aunque sea solo un poco, a presentir «algo» que al menos yo no sé qué es.

Lo que sucede como dejà vu podría verse como una sobreactividad del cerebro en ese instante, un desenganche entre este y los sentidos donde él percibe a una velocidad inimaginable, inexplicable en términos de espacio-tiempo pero aún así manda la señal a los sentidos y estos entonces entienden el suceso como algo retardado o simplemente, doble. Oh dios, ya estoy desvariando! jajajaja!

Me vuelvo a explicar para que no piensen que se me frió el cerebro ni nada de eso, jejeje! Lo que sucedió con el señor solo me sirvió para preguntarme ciertas cosas, hasta hoy no me he sentido «vidente» ni nada por el estilo pero se me activó la curiosidad y quise comentarlo con ustedes.

En definitiva, me da la impresión de que el post no tiene ni pie ni cabeza pues a mí misma me ha dejado más lagunas y dudas que antes y probablemente no les resulte interesante a ustedes. Me perdonan pero a mi me apasionan estos temas y me sucede que cuando hablo o escribo sobre algo que no entiendo, cuando lo verbalizo en voz alta o en mi mente, me es más fácil a mí misma el comprenderlo.

Bienvenidas sus opiniones sobre este tema tan «metatrancoso» 🙂

***

Piensa como piensan los sabios, mas habla como habla la gente sencilla.

Aristóteles


Dos nuevas páginas…

Para hablar un poco sobre la psiquis del hombre y sus misterios – aquí develados tal vez – y jugar a que comprendemos.

Un poco de Psiquis…

***

Una historia tejida a dos manos y en la distancia. Un hombre y una mujer unen sus mentes para crear juntos una historia.

Tejiendo en la distancia…


Tejiendo en la distancia – 2. Amalia Arrieta

Previamente:

Tejiendo en la distancia – 1. El encuentro  desde El Café de Nicanor

***

Amalia Arrieta

Amalia era la señorita de la casa Arrieta y su padre era el amo del ingenio La Adorada. Tenía 17 años y había llegado de Matanzas hacía 3 días. Su madre murió cuando ella era una bebé y desde entonces pasaba temporadas muy largas en la casa de su tía. Solo regresaba al lado de su padre unos escasos meses al año a visitarlo pero esta vez sería definitivo. El padre ya había hecho todos los arreglos para una boda con el hijo de un hacendado poderoso de la zona.

En casa de su padre todos estaban preocupados pues Amalia había llegado demacrada, cambiada; su humor no era el mismo y nada la hacía salir de su cama. Tomasa, una liberta anciana pero fuerte y serena aún, se hacía cargo de Amalia pues le guardaba un aprecio inigualable a su difunta madre, quien la liberó tantos años atrás. Tomasa cuidaba de la rubia muchacha como si fuera el fruto de su propio vientre y aunque nunca hacía preguntas, su olfato de mujer vieja la tenía sobre la pista de lo que estaba sucediendo.

Amalia tenía, sin embargo, una criada que se crió prácticamente con ella y tenía su edad. Clara no se separaba de ella ni un instante y evidentemente le guardaba todos sus secretos. Aquella tarde mientras Tomasa preparaba la comida que intentaría hacer comer a su joven ama, Clara se escabulló como si de una delincuente se tratase, en la habitación de Amalia, llevando un bulto blanco entre sus brazos.

– ¡No te lo lleves Clara, por favor, no te lo lleves! – suplicó la muchacha entre llantos y ademanes por agarrar el bulto.

– Señorita, esto es lo mejor, no puede quedárselo – le dijo Clara y le puso el bulto en la cama y así Amalia pudo acercar su rostro y mirar dentro del brollo de telas. No pudo contenerse y se volteó en la cama casi dando gritos. Clara recogió el amasijo rápidamente y se escabulló nuevamente dejando a su ama sufriendo.

La mulatica no regresó hasta casi el amanecer y se metió sigilosamente al cuarto donde la señorita dormía ya.

Continuación:

Tejiendo en la distancia – 3. Una apuesta arriesgada  El Café de Nicanor


*Hexaedro Rosa – VI

Cuando su seno desnudo, indefenso, a mi respeto pone más valla que el peto de bravo guerrero rudo.

José Martí – Dormida

Rubén Martínez Villena – *Hexaedro Rosa

VI

Entonces…
Cuando en tu cuerpo, rendido, no vibre ya el temblor elástico de los miembros; cuando tus labios no tengan fuerzas para besar; cuando tu brazo fatigado se extienda en reposo lánguido, y en un gesto débil y esquivo de negación agites la cabellera trémula…
Entonces… Cuando tus ojos estén borrachos de adormideras sutiles, cuando los parpados te pesen y se caigan, quemados por la mirada ardiente de toda la noche… Entonces, a través de la fina malla de tus pestañas, verás todavía alargarse en mis pupilas ávidas un desperezamiento de panteras…

FIN.