Archivo mensual: junio 2012

Who can say why your heart cries…

Una canción que me regalaron allá por el 2008.

Only Time – Enya

Who can say
where the road goes
where the day flows
only time
And who can say
if your love grows
as your heart chose
only time

Who can say
why your heart sighs
as your love flies
only time
And who can say
why your heart cries
when your love lies
only time

Who can say
when the roads meet
that love might be
in your heart
And who can say
when the day sleeps
if the night keeps
all your heart

Night keeps all your heart

Who can say
if your love grows
as your heart chose
only time
And who can say
where the road goes
where the day flows
only time

Who knows – only time
Who knows – only time


Para recordar el evento…


Fútbol pasado por agua…

Nos mojamos pero nos quedamos…

El fútbol es un juego que enfrenta a once contra once y en el que siempre gana Alemania.

Gary Lineker

Hay muchas situaciones, eventos y circunstancias que jamás en la vida acontecen a un cubano, precisamente por la condición de cubano que implica muchas limitaciones y trabas para la mayoría de las cosas normales en cualquier otro lugar del mundo. Una de ellas es el fútbol, que en Cuba se vive como en la mismísima Madrid o Sao Pablo pues la pasión del cubano por el fútbol, en los últimos años, ha crecido tanto como la que siempre hemos sentido por el béisbol. Lo desgraciado del asunto es que, un cubano ni aunque tenga los recursos económicos que esto implica, puede viajar a un evento futbolístico de ningún tipo; tiene que conformarse con el fútbol de la casa que – y n0 me lo tomen a mal – es terrible.

Pero, cuando amén de todas las dificultades, un cubano puede salir de Cuba y estar en el momento indicado a la hora indicada – porque tampoco es que todo cubano que sale de Cuba puede pagar pasaje, estancia y entradas para visitar una Copa Mundial de Fútbol porque cuesta mucho dinero – donde va a haber fútbol y ese cubano puede permitírselo por un precio módico pero además, puede ver jugar a muchos de los mejores del mundo – en su época o el presente -… ese cubano puede morirse en paz pues casi lo ha visto todo.

Gracias a una cadena de circunstancias muy acertadas que comenzó cuando hace más de dos años recomendé a un buen amigo de mi marido para que entrara en mi trabajo – en el que no dure tanto y él es ya manager -, este muchacho recibió 6 entradas de regalo para ver nada más y nada menos que el World Soccer Masters Tour, en español «Messi y sus amigos contra el Resto del mundo», donde participaron futbolistas como Forlan y Drogba, entre otros de primer nivel también.

Yo no pienso que Messi sea en estos momentos el mejor del mundo y como este no es un post para debatir sobre fútbol si no, para cronicar que no es lo mismo, no caeré en detalles pero, de igual manera, saber que ahí está el chiquitico ese, junto a otros tantos americanos y europeos que han hecho y siguen haciendo historia en el fútbol, créanme que es un regalo impensable. Entonces les cuento…

Primero que todo el estadio. Se ve, evidentemente, como un Coliseo a lo lejos, en forma de concha marina, imponente y con su respectivo cartelón de Sun Life Stadium y como era una tarde tan bonita – amén de la nubladera y el calor insoportable – yo veía los colores más brillantes que nunca. ¡Lo que hace la dopamina! Pagamos el parqueo y unos afroamericanos – estos personajes tienen todos los trabajos de la ciudad – nos situaron en la hierba, poco a poco y ordenadamente. Salimos casi corriendo pues ya eran como las 6:15 y todabía había que ver por dónde le entraba el agua al coco porque imagínense, 3 balseros en un Estadio en Miamia más grande que la Ciudad Deportiva y lleno de gente hasta la siquitrilla… todo un acontecimiento! jajajajajaja!

Corrimos para allá y para acá, tomando indicaciones de gringos de pulovers amarillos con un mapita del estadio con sus zonas y secciones en colores que, al ver tus entradas te decían «this way», «that way» y uno perdío como la primera vez que va al Parque Lenin cuando es chiquitico – yo me perdí buscando el trencito con 2 años, créanme. Al fin encontramos la puerta B (iban de A a H) que era la que nos tocaba según nuestros asientos – por cierto, en lo más alto y en una esquina, por eso pensábamos que no íbamos a ver ni hostias y que haríamos muy buen uso de esas espectaculares pantallas que tienen los estadios del primer mundo.

Les juro que para ser un evento de aquel nivel y estar aquello de gente hasta el tope, sobre todo cuando la mezcla de culturas es abrumadora y el latino está que da al pecho, no hubo incidentes de ningún tipo y lo único que se vio fue respeto, disciplina y mucho disfrute. Eso me sorprendió mucho porque ustedes saben que el latino, sobre todo el cubano, no está muy acostumbrado al orden y el respeto y cuando se da dos tragos le da lo mismo darle betún a un puerco que darle una puñala’ a un zapato. Hicimos una cola sin orden pero sin empujones ni desesperación y entramos al estadio, dirigiéndonos a un caracol como los de los parqueos de edificios de las pelis, que da vueltas y vueltas y no se acaba nunca. Por ahí subimos y subimos y subimos y subimos… ufff! me canso solo de contarlo, jajajaja! hasta la última sección, en el último piso que era donde nos tocaba pues las entradas regaladas eran de $35, bien económicas si consideramos la magnitud del evento.

Compramos perros calientes, refresco para mi y cerveza para Arian y Yusmel. Otra cosa, vendían cerveza y todo el mundo estaba bebiendo, pero reitero, todo fluyó sin incidentes, todo muy tranquilo, el ambiente muy rico, nada feo. La comida la compramos en el piso inferior porque, balseros al fin, pensamos que tal vez arriba no habría nada, jajajaja! qué guajiros! y en lo que nos preparaban la comida corrimos a mirar el terreno por primera vez.

WOW! qué colores, qué inmensidad, qué belleza, qué nivel! Nos quedamos boquiabiertos, como quien ve una maravilla, como quien nunca ha visto nada así – bueno, de hecho. Había un señor custodiando la puerta porque me imagino que desde más abajo hay mejor visibilidad y para que la gente no haga trampa, no dejan pasar a nadie que no tenga entradas de ese nivel. Solo nos asomamos y los corazones comenzaron a palpitar a 100 por segundo. ¡Qué emoción!

Subimos con los perros calientes y, qué sorpresa! en el último nivel nadie custodiaba las puertas, jajaja! obvio, quién se va a colar para la parte de arriba o.o pero igual, a nosotros, novicios en todo esto, nos pareció la cima del paraíso. Nos acomodamos, disciplinadamente, en los asientos que nos correspondían y, sin dejar de maravillarnos, comenzamos a devorar los perros calientes y a hacer fotografías. Casi todo el mundo llevaba camisetas, la mayoría del Barça y de Argentina, con banderas y carteles, pero muchos más fieles a sus selecciones y clubes.

Nos compramos camisetas de nuestras respectivas selecciones; Yusmel de Brasil, Arian de Argentina y yo de España. Pero yo fui más allá y, mujer al fin, me maquillé en consecuencia. Me hice par de moños, felpa amarilla y felpa roja y me pinté los labios de rojo y los ojos de amarillo. ¡Lo disfruté cantidad! El estadio no estaba completamente lleno pero nos daba igual donde estuviéramos sentados, ciertamente, se ve perfecto y mucho mejor que en la tv, desde donde quiera que estés, no importa que sea la cima del estadio.

A las 7 y tanto comenzó el juego. Messi y sus amigos vestidos de negro, él con el 1o y el resto del mundo en ROJO. Está de más decir que me decanté por los rojos – está en mi sistema, qué puedo decir – y Arian, para irme a la contraria y porque es argentino, se fue por los negros; a Yusmel le daba igual, él solo quería ver buen fútbol. A los 1o minutos de partido comenzó a llover y estuvo lloviendo toda la noche pero nosotros, como buenos cubanos y buenos aficionados al más internacional de los deportes, nos quedamos sentadoss y vimos el juego hasta el final; no fuimos los únicos.

Fue un buen espectáculo, llovieron goles y las jugadas fueron vistosas, entretenidas, hermosas. Los porteros hicieron gala de muy buenas atajadas y el balón se puso majadero por el agua pero fue todo un evento. Por supuesto, para no defraudar a nadie, terminó empatado 7-7, luego de un penalti para cada equipo que cobraron magistralmente y dejó el partido en tablas.

Fue una tarde-noche inolvidable y un regalo. Muy pocos cubanos tienen la ocasión de ver un partido de Fútbol Profesional el vivo y en directo desde un estadio en el Primer Mundo… pero cuando lo logra, se siente Campeón del Mundo!


Complacencia en la ignorancia…

Complacencia en la ignorancia….


The Silence Treatment…

Mi silencio les estorba. Yo era como botella al revés cuya agua no puede salir porque la botella está demasiado llena. 

León  Tolstoi

Hay personas que simplemente no saben vivir sin ser – o intentar ser – el centro de atención. Mi jefa, una gringa desagradable con boca de retrete y maneras de marinero, es una de ellas. Yo no dudo que sea profesional y que sepa lo que hace pero, a mi al menos, me demuestra poco.

Se pasa el día quejándose, blasfemando sobre todo y todos, gritando obscenidades a los cuatro vientos, rezongando o riendo como una obsesa, sin consideración a los que, a su alrededor, intentan trabajar. Generalmente, los demás le siguen la rima y ríen a carcajadas con ella si hace un chiste desabrido y vulgar. Todos saben que está loca y supongo que le tienen lástima también porque tiene 45 años y luce 10 años mayor, tiene 4 hijos de mi edad que son drogadictos, pandilleros, vagos y todo lo que puedan imaginarse. La 5ta tiene solo 7 años y es la única de su esposo que, por cierto,  padece muchas enfermedades y nunca está bien.

No sé cómo influyeron sus problemas en su carácter pero estoy casi segura que ese carácter es el que le trae sus problemas. Los hijos son el trabajo de los padres y uno puede fracasar una vez, dos, hasta tres pero… lo de ella es mucho ya. Pero bueno, sus problemas no son el tema.

La cosa es que esa señora llega a la oficina temprano y haciendo ruido. Si tuviera que buscar un adjetivo para describirla perfectamente sería «escandalosa». Hoy mismo, de 8 am que llegó a 8:45 se mantuvo en silencio porque su asistente – lame botas – no ha venido hoy. Amén de mantener un silencio – relativo -, ha estado rezongando toda la mañana, mascullando quién sabe qué barbaridades y tirándolo todo, como si estuviera molesta, algo normal en ella.

Ya a las 9 comenzó a hablar sola pues ese es su método de buscar atención. Comienza a hacerse preguntas a sí misma esperando que los que la rodean le respondan, entablando conversación. Como ya dije, casi todo el mundo le sigue la rima pero yo, yo soy muy diferente.

Primero que todo, la mujer es insufrible, sus conversaciones son tontas y superfluas, de su boca solo salen banalidades y groserías o mejor dicho, groserías que ensartadas conforman una banalidad tras otra. Además de eso, ya dije que siempre busca ser el centro de atención y a mi, el adular, el ser hipócrita, el prestarle más atención de la que merecen las cosas… nunca se me ha dado muy bien. Lamentablemente para ella, conmigo tiene un gran problema.

Lo que hago entonces es ignorarla. Si me dirige la palabra directamente, usando mi nombre, le respondo en consecuencia y generalmente con un monosílabo, cortando de tajo la posibilidad de extender la charla. Si me hace una pregunta, casi siempre le respondo con un «I don’t know» o «I’m not sure» y así me la quito de arriba. El resto del tiempo apelo a su no existencia en mi cabeza ya que me hago la deliciosa idea de que no está y así soy feliz.

Ella, eventualmente emigra a otras oficinas buscando lo que necesita: atención y escándalo.

No es que yo sea malvada ni que disfrute siendo fría y arrogante, es que valoro mucho mi espacio y mi derecho de escoger con quien socializar; por algo existe la empatía, no? Siempre he pensado que, antes de estar hablando sandeces, prefiero y disfruto muchísimo el silencio.

Y así, yo le doy el trato del silencio, hago mi trabajo de manera que no genere queja alguna y ella se lleva su ruido a otra parte, agotada de la paz que me rodea al trabajar.

Qué clase de tipa!

«El silencio es el pudor de los grandes caracteres.»

José Martí


Un poquito de paz…

Por primera vez en algún tiempo me siento en paz. Me desperté temprano, vine a trabajar, mi jefa no viene hasta más tarde… escucho Trip-Hop y lo único que siento es calma.

Se siente bien cuando uno al fin derrota a sus demonios internos, cuando vence las adicciones, cuando sobrepasa las preocupaciones, cuando se desembaraza del lastre, cuando se siente libre, cuando es feliz.

Hay poco tiempo para escribir durante el día; hubo cambios en la oficina y no estaré trabajando en mi escritorio pero espero llenarme de inspiración otra vez y dejarles algo más a menudo ya que me he despreocupado un poco del blog y su regularidad.

Los dejo, sigo con mi Trip-Hop y mi calma, navegando en este mar de tranquilidad y deseándoles una bonita semana.


De torres y maniquíes…

“¡He aquí una de mis víctimas! En su muerte se consuma mi ansia de venganza y se cierra el cielo de mi mísera existencia.»

Frankenstein o el moderno Prometeo – Mary Shelley

El sastre.

Este era un poblado recóndito de Francia y la historia que les contaré aconteció en la Edad Media. Amén de no ser un poblado rico ni de tener una población extensa, los ciudadanos de la burguesía ostentaban la costumbre de hacer bailes y galas dignas de un Rey y su corte. Para sustentar la tradición de los recurrentes bailes de máscaras y los disfraces increíbles, el abuelo del Señor Feudal había hecho traer de París a una familia de sastres muy importantes, dándole a cambio todos los beneficios de los que no gozaban en la gran ciudad por la agotadora competencia.

El Señor Feudal del poblado era un hombre fuerte y enérgico, de unos 50 años y hacía poco había desposado a su quinta esposa, de 17 . Era la muchacha más bella de la región y él la había exigido a sus padres, pobres aunque nobles y no pudieron negarse a tal pedido; el Señor Feudal podía ser muy persuasivo cuando lo deseaba. Transcurría una época de buen clima, sin guerras que azotaran, de buenas cosechas y por tanto, mucha abundancia que el Señor Feudal festejaba a diestra y siniestra. También aprovechaba la buena racha para agasajar a su joven esposa que lo detestaba en silencio aunque permanecía a su lado, fiel y callada.

***

– Ana, mi bella Ana. ¡Ya no aguanto esta ausencia, no resisto veros en otros brazos que no sean los míos! – dijo el amante mesando los cabellos de la señora entre sus brazos.

– Oh mi amor, no desesperes, pronto estaremos juntos – respondió ella y se prendió de su cuello. El amante la arrinconó contra la pared, levantando su pierna entre lienzos y encajes. Le acarició el muslo, bajando suavemente la media de seda. Ella le besó en los labios. El amante siguió su camino entre las interminables ropas de la joven señora y no sin mucho trabajo, la penetró al fin con dos ágiles dedos. Ella se apretó más aún al otro cuello y así vestidos, intentando ser silenciosos, arrinconados contra una pared, desataron sus deseos y disfrutaron de aquel placer clandestino que compartían hacía un par de meses.

– ¡Oh, tus dedos, son mágicos! – susurró al oído de su amante, llegando al orgasmo.

La señora se acomodó los ropajes, acicaló sus cabellos y empolvó su nariz sudada. Se compuso de pies a cabeza y salió del pequeño cuartico donde desató sus más bajas pasiones. Se sentó en la salita diminuta y esperó. Un joven gallardo y hermoso apareció en breve y la saludó. Mientras una muchachita como de su misma edad pero que lucía más joven por ser soltera le sirvió un poco de té. Ana le sonrió y la joven salió de la habitación.

– Señora Ana, un gusto verla, cada día más hermosa.

– Oh Pierre, usted siempre tan galante – dijo ella, ruborizándose.

– Su vestido aún no está listo, le pido disculpas. He tenido poco tiempo por estos días pero si regresa mañana le podremos hacer los últimos ajustes – dijo él con pesar.

– Le creo, usted tiene dedos mágicos y nada ni nadie se le resiste, ¿no es cierto? – dijo ella y le guiñó un ojo.

– Como usted diga mi señora, solo perdóneme por la tardanza – respondió él nervioso, alisando su hermoso cabello negro.

– No hay problemas querido Pierre, de todas formas el paseo por el pueblo me hace mucho bien. Al menos puedo salir de casa – dijo ella, más para si misma que para su interlocutor. Él guardó silencio por unos instantes, apenado.

– Vuelva mañana a la misma hora, le prometo que estará listo.

– Gracias.

Ana dejó el lugar sin prisas, bajando de la alta torre donde Pierre cosía y descosía sin parar, dándole a los ricos de la zona los más bellos atuendos jamás vistos. Siempre sentía una insoportable sensación de vértigo al subir o bajar aquella escalera interminable en forma de caracol y el olor a humedad de las estrechas paredes casi la hacía desfallecer de fatiga y asco. Ya desde la calle se detuvo a contemplar la decrépita edificación de aceras adornadas con elegantes maniquíes. Un suspiro salió de lo más profundo de su alma. Siguió camino.

***

Ana despertó exaltada por los gritos de los empleados y cubriéndose con una manta salió al corredor.

– ¿Qué sucede Antoine? – preguntó a uno de los criados que apareció corriendo.

– ¡Una desgracia señora! ¡Una desgracia! – dijo el hombre llevándose las manos a la cabeza y huyendo sin más. Ana se apresuró y bajó las escaleras hasta llegar al gran salón, donde la esperaba una escena grotesca y espantosa.

Sentado frente a la chimenea en su silla de siempre la esperaba su esposo, vestido con su mejor traje y ostentando un elegante sombrero de plumas moradas. Ana se acercó despacio, tenía miedo. Fue rodeando lentamente el asiento, sus pasos descalzos no se sentían sobre la alfombra. Al quedar frente a su cónyuge se arrodilló despaciol, murmurando palabras amorosas.

– ¿Querido, qué sucede, por qué estás aquí a estas horas? – pero no recibió respuesta alguna. Se acercó más y lentamente descubrió el rostro del marido, quitándole el sombrero. Un grito de horror surcó la mañana y Ana cayó desmayada frente a la chimenea.

La razón de todo fue la imagen horrenda que quedó ante sus ojos al descubrir la cabeza de su esposo… muerto. La muerte en sí no fue lo que la impresionó ya que ella no amaba a su esposo pero las circunstancias de esta y el estado del cadáver eran impactantes, sobre todo para una muchacha de 17 años.

Parte de la piel de su cara había sido removida y en su lugar estaban cosidos trozos de telas preciosas y de colores luminosos. De las cuencas de sus ojos, que habían sido removidos, sobresalían dos piedras preciosas que apenas cabían por lo grandes y grotescas. Faltaban ambas manos y en su lugar, de alguna manera sádica, habían sido empatadas manos de maniquíes que parecían garras ensangrentadas.

Ana fue llevaba a su habitación y su dama de compañía se encargó de aplicarle compresas de agua fría. Debido a la impresión la azotaron una fiebres y vómitos que asustaron a todos pues pensaban que la señora había sido envenenada por el mismo asesino de su esposo. Tres días estuvo Ana en cama sin fuerzas para comer o hablar, tres días la visitó el doctor del pueblo, quien no pudo diagnosticar su mal, solo quedó claro que envenenada no estaba. Al tercer día mejoró y al cuarto se levantó de la cama al fin.

Ordenó recoger todas sus pertenencia y estas fueron llevadas al hostal del pueblo; Ana no podía permanecer en aquella casa. Mientras ella padecía de su rara enfermedad llegó un investigador de Paris y con él un forense. Examinaron el cadáver y la autopsia trajo nuevos detalles a la investigación.

El señor feudal había sido envenenado con arsénico y esa fue la causa real de su muerte. El barbarismo cometido con su cuerpo fue un sacrilegio perpetrado por una mente enferma. Otro de los detalles extraños y grotescos que Ana no notó al desmayarse fue que su esposo no estaba vestido si no, que las ropas estaban cosidas al igual que los pedazos de telas en su cara. El cuerpo había sido desollado y mutilado. También los órganos habían sido removidos, siendo rellenado el torso con cintas de colores y retazos de telas. Las condiciones de la muerte del señor feudal parecían una burla de mal gusto.

El caso estaba resuelto de todas maneras ya que se encontró una carta amenazando al señor feudal si no dejaba ir a su esposa. Todo señaló a un crimen pasional y el asesino había sido, según indicaba todo, Pierre el sastre. Ana se enteró de todo esto por su dama de compañía que le comentó todo. En la carta amenazante, el sastre ponía que él siempre había amado a Ana aunque ella no sabía nada pero que debía dejarla ir o acabaría con la vida de su esposo. Ana no podía creer lo que escuchaba y enseguida se dirigió a la estación de policía, donde mantenían encerrado a Pierre.

– ¡Exijo ver a Pierre de Lafouret antes de que se tome decisión alguna, estoy segura de que este hombre es inocente! – dijo Ana y logró que la dejaran verlo.

Pierre estaba tirado en una esquina de la asquerosa celda, cubiertas de fango sus ropas y el hermoso cabello negro suelto y desordenado. Ana se acercó a él; no tenían supervisión.

– ¿Amor mío, pero qué has hecho?

– Yo no he sido amada mía, nada he tenido que ver con su muerte – respondió el hombre, desesperado.

– ¿Entonces quién? Debemos sacarte de aquí – dijo ella besándolo en los labios.

– Nadie sabía lo nuestro, solo mi hermana – dijo él y se abrazó al regazo de la bella Ana.

– No temas, lo resolveremos, te sacaremos de aquí – dijo ella y se quedaron un rato abrazados mientras ella lo consolaba y acariciaba. Más tarde Ana se marchó.

***

 Pierre fue ahorcado un mes después al comprobarse su culpabilidad dadas las pruebas contundentes pero ese mismo día en la mañana recibió una carta de Ana que decía.

Querido Pierre:

Te perdono por lo que hiciste y no te guardo rencor. Mi amado esposo descansa en el cielo y espera por mi, pacientemente. Me encuentro en París y no regresaré al pueblo jamás. Como nos criamos juntos y tu hermana quedó desamparada después de tu horrendo crimen, decidió venirse conmigo siendo yo lo único que le queda en este cruel mundo. Vivimos juntas ahora y espero encontrarle un buen esposo que sea rico y tierno con ella. Es una mujer hermosa y tiene tus mismas manos, tus mismos labios, tus mismos dedos y heredó tu pasión por la costura pero ha decidido no dedicarse a lo mismo que tú. Sus dedos mágicos serán usados más sabiamente de ahora en adelante al igual que sus labios y su cuerpo. Será una buena esposa. 

Ambas te amamos y te agradecemos lo que has hecho, sin ti no estaríamos juntas ahora. Ve con Dios.

Pierre encendió de ira al leer las palabras de su amante y comenzó a gritar «traidora» y «maldita prostituta» cegado por el odio. Así lo llevaron a la horca y nadie lo escuchó, solo se ganó algunos golpes en las costillas para calmarlo un poco. Murió solo y dando batalla.

***

En París Ana despertó temprano, esta vez sin ruidos, sin sobresaltos pues ya no tenía sirvientes. Había despedido a su antigua dama de compañía y para todo París la hermana de Pierre era la sirvienta de la señora viuda. Se desperezó lentamente y descubrió su cuerpo desnudo y hermosamente blanco. Siguió halando las sábanas y a su lado, otro cuerpo hermoso y rosado de cabellos largos y rubios quedó descubierto también.

Ana se acercó, rozando sus senos abundantes en la espalda femenina, besando su cuello y murmurando «buenos días preciosa» en la oreja nacarada. La otra fue despertando poco a poco mientras sonreía.

Ana se sintió dichosa y besó los labios femeninos. Mientras, en su mente, tejía puntadas ensangrentadas, uniendo la piel asquerosa de aquel hombre a un pedazo de delicada seda.


Reflexiones finales…

Link — Un poder misterioso – 4 (final).

Aparentemente, los rumores de que el hombre estuviera bajo los efectos de las sales de baño no es infundado ya que, a la hora del almuerzo, vi que dieron una nota declarando que el hombre se encontraba bajo los efectos de una droga llamada Cloud 9, justamente una de esas “sales de baño” vendida como insecticida para burlar el filtro de las autoridades. Lo que sucede y además hace muy peligrosa este tipo de droga, es que la comercializan con el nombre de sales de baño, insecticidas, abonos y otras sustancias para no consumo humano y así se evitan las investigaciones de la policía.

Reblog desde Asuntos Triviales…