Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.
Ortega y Gasset
Saben, soy alguien a quien le gusta sorprenderse pero por mi maldición de BRUJA – soy demasiado perceptiva – es muy difícil que alguien logre de veras asombrar.
Hay una muchacha nueva en mi trabajo, es dos años menor que yo y vino para los Estados Unidos siendo muy pequeña. Primero que todo debo decir que habla el español perfectamente, con acento cubano y todo, así mismo habla de bien el inglés con el que creció. Además, por lo que he descubierto de ella, piensa muy parecido a los cubanos sin haberse criado con ellos y me refiero a lo que busca en la vida y lo que valora.
Ya me ha sorprendido en varias ocasiones pues al conocerla, no puse muy alta la barra de las expectativas. Si, soy muy exigente pero igual de realista y ya casi he perdido la esperanza de encontrar gente interesante de este lado del charco. Entonces no quise medirla duramente; lo admito, la subestimé.
Primero me sorprendió cuando, hablando de tatuajes, le comenté sobre el Principito y la zorra – no les doy más detalles pues quiero hablar de eso en otra ocasión – y de lo que ese libro había marcado mi vida. Me escuchó con atención y me dijo que la historia era preciosa. No le dije nada pero, tuve deseos de prestarle mi libro y generalmente, no presto ese libro. Bueno, el caso es que me gustó su reacción al escucharme y me dijo que le gustaba mucho leer, sobre todo en español pues el inglés era muy simple y a veces no había palabras para decir algo pensado en español. Completamente de acuerdo!
Me sorprendió luego con el libro del que ya les hablé hace unos días. Su mamá estuvo de vacaciones por Italia y le dijo que le llevaría un libro – ella me dijo que ese era el mejor regalo que podía recibir; coño! igual que yo! A los días me trajo el libro para que yo lo viera y me lo prestó un ratico. También me dijo que prefería regalar un libro antes que prestarlo pues siempre le quedaba la impresión de que no lo recuperaría… por eso no se lo pedí pues el libro se lo regaló su mamá. No quise ponerla en esa posición.
Ayer mismo me sorprendió de nuevo pues me dijo algo que, aunque parecería una tontería, me ratificó que puede llegar a ser muy profunda a veces. Me preguntó si me gustaba meditar y le respondí que no. Nunca me lo diagnosticaron pero estoy 99 % segura de que padezco TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) pero como era una niña inteligente y mi rendimiento escolar nunca se vio afectado, nadie se dio cuenta. Le comenté de mi dificultad para concentrarme al 100 % en algo y por lo tanto, mi imposibilidad de meditar.
Me llamó la atención que le interesara algo tan… profundo, pasivo, relajante y diferente como la meditación. Admito nuevamente, la encasillé en un estereotipo de joven americana superficial y trivial; me equivoqué.
Y lo último que hizo hoy, que me hizo darme cuenta de que me está asombrando desde que la conocí fue pedirme que hiciera una lista con mis sueños y aspiraciones, lo que quiero hacer en mi vida y que ella haría una. Tomé el asunto sin mucha emoción, como desdeñosa. Admito, otra vez, soy insoportable. Pero me agradó la idea y hasta terminó gustándome pues es algo que hice hace muchos años con mi mejor amiga, Maday. Esta muchachita me hizo recordar a mi hermana, a esa persona tan especial con la que tengo una relación tan estrecha, sui géneris y disfuncional para muchos.
Entonces, no sé qué pensar. ¿Será que esta muchacha tiene potencial de amiga? ¿Será que esta era la señal que esperaba? Tengo miedo a quedar decepcionada y herida, como de costumbre pero… creo que me arriesgaré a averiguarlo.