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A nuestros viejos…

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Mi abuela

Nuestros viejos no son eternos y aunque nunca pensamos en esas cosas, un día nos tendrán que dejar. Cuando hablo de viejos me concentro en los abuelos pues por mi edad, mis padres sin jóvenes y fuertes y me los imagino octogenarios.

Yo sé que todo el mundo no piensa igual pero al menos yo venero mucho a esos viejitos. Juro que se me enternece el alma cuando veo a un ancianito. Surten un efecto en mí que ni los bebés provocan. Y es que sobrevivir tantos años a esta vida de mierda, y sobre todo con tanta dignidad, es un acto heroico. Eso me merece mucho respeto.

Pero al final, la jodida vida se va llevando de poco en poco a todos esos angelitos arrugados a un lugar mejor, a decir de muchos, pero la verdad es que nunca se van. Se quedan en cada rincón de nuestra casas, en cada cuento de la niñez, en cada olor del pasado.

Y yo miro a mi alrededor y pienso que puedo sentirme dichosa pues mi angelito aún existe. Y allí está entre sus matas del patio, con sus libros y tarecos guardados, pensando en mí y en quién sabe cuántos más recuerdos que se le borran poquito a poco de sus oxidada memoria. Y yo estoy lejos y ella no quiere dejar su pedacito y por ley de la vida yo tengo que vivir caminando hacia adelante no hacía atrás.

Pero la quiero y la añoro y también pienso mucho en ella. Entre tantos otros sueños de un futuro que quiero, mis recuerdos del pasado, casi todos tienen su matiz personal. Casi toda yo soy un producto de lo que construyeron sus manitas viejas y doloridas. Casi todo lo que pienso viene de lo que me enseñó ella de la vida.

Soy quien soy gracias a mi abuela y no me veo en un mundo donde ella no exista pues el mundo lo inventó ella para mi. Larga vida a mi abuela y a todos los abuelitos del mundo, en su pedacito de tierra o en su pedacito de cielo.

Larga vida!!!

A mi amiga Thais y a nuestra abuelita Chuchita,
que descance en paz
y por supuesto, a mi abuela Águeda.


Los que se van y los que se quedan…

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Del nicho helado en que los hombres te pusieron, 
te bajaré a la tierra humilde y soleada. 
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, 
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Los sonetos de la Muerte – Gabriela Mistral

Los gringos se tiran tres peos pa sus padres. Los ponen en un home a que se mueran viejos y solos. Los gringos arman mucha algarabía si se le rompe la pata a una silla o el perro le muerde el sofá. Por eso si una cubana que trabaja entre gringos deja de ir al trabajo por una semana porque se le murió su abuela, los gringos lo ven como un acto extraterrestre, ya que para ellos su viejos padres son un bulto y sus abuelos, más viejos, son más bultos aún.

Una muchacha que trabaja conmigo, cubana, una de tantas a quienes crían sus abuelas… como yo, acaba de perderla en la batalla contra la vida y la vejez. En este momento yo soy la única que la entiende. Todos mis abuelos están muertos menos Aguedita y aunque no fueron pérdidas particularmente duras en mi por la falta de roce y porque mi abuelo murió cuando yo era una niña, entiendo que sufre. Lo entiendo más que cualquiera de los gringos que no entienden nada de nada.

Le pregunté cómo se sentía y me dijo que ya ni sabía. Le vi el vacío en los ojos, le el alma vacía a través de los ojos. Comenzó a llorar.

Me sentí culpable pues le traje el recuerdo. Me sentí culpable porque a mi también me dolió. Me sentí culpable pues el «cómo te sientes» es una pregunta estúpida y forzada, una manera de expresar unas condolencias que no sabes expresar, que simplemente no se pueden expresar. Me sentí culpable por no callarme la boca y pasar por su lado como si nada hubiera pasado. No creo que cuando a uno se le muere alguien le importe mucho o necesite mucho el consuelo de alguien más. Supongo que cuando a uno se le muere alguien a quien quiere uno quiere que todo el mundo se muera, uno quiere morirse uno.

Y cuando la abracé y le besé la frente, intentando llevarme un poquito de su dolor en los brazos, para tragármelo yo o echarlo al viento de la calle, no me sentí mejor. Me sentí más miserable pues recordé que nadie es eterno y que algunos simplemente tenemos un poquito más de tiempo que otros para ser felices pela vida es y seguirá siendo una cabrona de mierda.


Crónicas de mi abuelita – 3

abuelaMi abuelita y yo – Mayo 2013

¿Leones? Esas son cosas de tu abuela!

El abuelo Pepe

Mi abuelita es lo más lindo que yo tengo en la vida; creo que ya lo he dicho antes. Una de las razones, entre muchas, es que mi abuela siempre fue muy creativa conmigo. Gracias a mi abuela yo puedo decir que crecí llena de historias, de fantasías y personajes mágicos. Ella, con su dulce hacer, formó a la mujer sensible e imaginativa que soy.

Cualquier madre o abuela, cuando los niños no quieren comer, le dicen que la cuchara es un avioncito y cosas así. Mi abuela me regaló dos gigantes que viven en un castillo; uno que come monedas y otro que no se llena nunca. Ella nos llevaba a mi primo Raulito y a mi al Museo de Ciencias Naturales, cuando estaba en el ala oeste del Capitolio y nos decía que no tocáramos nada y yo, chiquitica y del mamey, cuando apenas comenzaba a caminar y hablar, le decía a mi primo, muy seria: «Agüito, manito atrá». También nos llevaba caminando desde la Virgen del Camino hasta la casa en San Francisco pues siempre ha sido una caminante incansable.

Mi abuelita estaba casada con el abuelo Pepe cuando yo nací. El abuelo Pepe no era mi abuelo, mi verdadero abuelo murió cuando mi mamá era pequeña pero el abuelo Pepe llegó después de muchos años. Lo recuerdo vagamente pero sé que era un mulato de cara dulce y cabello cano – siempre tuvo canas, en mi recuerdo nació siendo viejo. Era muy bueno y yo lo quería mucho pero eventualmente la relación terminó y el abuelo Pepe se fue.

Yo tenía como 3 o 4 años solamente pero lo extrañaba mucho y me resultaba muy raro que mi abuelo no estuviera más. Todos los días le preguntaba a mi abuela «¿y el abuelo Pepe?» y mi abuela me inventaba excusas simples de abuelas simples pero yo no me quedaba convencida. Así le preguntaba casi a diario, dos y tres veces por día y mi abuela seguía dándome respuestas que todas las demás abuelas usaban para tranquilizar a sus nietos y yo seguía, insistente.

Un día mi abuela me llevó al zoológico y justo en frente del foso de los leones regresó la pregunta, «abuela, ¿dónde está el abuelo Pepe?» y supongo que le colmé la paciencia pues mi abuela siempre dulce me soltó un «¡No me preguntes más por el abuelo Pepe, niña! ¡Mira, al abuelo Pepe se lo comieron los leones!» que me dejó de piedra. En ese momento comencé a llorar y la tomé con un león flaco y mudo que descansaba. «León malo, ¿por qué te comiste a mi abuelo Pepe?» pero no se habló más del tema.

Supongo que aquella respuesta, digna de mi abuelita, satisfizo mi curiosidad y como niña al fin, nunca más pregunté por el abuelo Pepe pues mi abuela me convenció. Tampoco lo lloré más pues los niños olvidan rápido y nunca se me ocurrió que aquello fuera algo malo.

Entonces un día, a mis catorce años, golpearon la puerta en mi casita de San Francisco de Paula. Ya mi papá se había ido y mi abuela vivía en La Víbora. Cuando abrí la puerta, un anciano mulato de cara dulce y cabello cano que me resultó muy familiar me miró con una sonrisa amplia en los labios. Mi mamá que estaba conmigo lo saludó efusiva y luego de besos y abrazos me dijo, «niña, es el abuelo Pepe» y yo, automáticamente y como si destapara un corcho apretado le dije: «¿el abuelo Pepe? ¡Pero si a ti te comieron los leones!»

El abuelo Pepe se echó a reír a carcajadas y me dijo: «¿Leones? Esas son cosas de tu abuela.»

Ese día hablamos mucho y fue muy lindo. Desafortunadamente el abuelo Pepe estaba enfermo de cáncer y murió poco después; nunca lo vi después de aquel día.

Ya mi abuelita no es la misma. A sus 73 años es mucho lo que recuerda pero también lo que olvida o confunde y hace las mismas historias una y otra vez como si ya no las supiéramos. Pero esa viejita de piel de pasa y ojos húmedos es lo más lindo que tengo y gracias a esas cosas suyas siempre tendré historias que hacerles a mis niños, cuando lleguen.

Por eso, si a algo debo agradecer este día de gringos es a mi abuela y a la vida por regalármela. No todo el mundo tiene una abuelita dueña de gigantes que hacen a los niños comerse toda papa y de leones que se comen a los abuelos cuando se portan mal.


Cuba y una hedonista…

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Tu casa puede sustituir al mundo; el mundo jamás sustituirá a tu casa.

Proverbio alemán

 

Dicen que Cuba es un estado de ánimo… creo que es cierto.

Un viaje relámpago fue lo que programé, no le dije a nadie hasta última hora pues me he anunciado tanto como la coca cola y al final, nunca llegaba.

A mi abue, mamá y mi padrastro los cogí fuera de base pues estaban en medio de una construcción y el mismo día que llegué estuvieron pintando hasta que se montaron en el carro para irme a buscar. A Maday y Dayani las agarré de sorpresa pero igual tenían que venir a la Habana para el sábado después así que la hice adelantar el viajecito. Al camarero lo hice dejar asuntos de familia delicados e importantes para correr a mi encuentro y retirarse al día siguiente. A mi cuervo del alma lo hice perder un día de trabajo pero creo que valió la pena aunque hubiera querido abrazarlo más. A Deyma la hice ir a trabajar con el sueño de una noche (madrugada realmente) en G, cogiendo frío y sereno. Pepe al otro día tenía clases y no se abrigó suficiente. A Alecito se le pasó la parada y tuvo que salir del monte en el que vivo (San Miguel del Padrón) para regresar a su 10 de Octubre solito. Mar y Rafa me esperaron pero llegué tarde y se fueron, otra vez será. Los demás, me dejaron quemaísima 🙂

Llegué con la garganta medio cómica y a las 2 horas ya estaba ronca, ronquera que me alejó del canto aunque no de la cháchara, amén de tener que llegar a trabajar hablando por teléfono, jejeje! Pero valió la pena!

Fue muy lindo pues mi mami, abue y padrastro estaban esperándome. Pero no solo ellos, mi hermanita Maday y cuñi D también. Al pimero que divisé en la multitud fue a Karasu. Estaban también Julito y mi suegro. Nos fuimos del aeropuerto a conocer a la familia política en Alamar y de ahí a mi San Fco de siempre. Nos encerramos en mi casita que es bien pequeñita y aunque, éramos muchos, nos la arreglamos para sentirnos bien – o al menos yo me sentí muy bien. Julito amenizó con juegos mientras los vejetes dormían. Se me fueron él y Karasu en la mañana pues el segundo día era para mami y abue.

Como a todo cubano que va para allá desde la yuma, no podía faltarme el drama. Me acosté a dormir por 2 horas y mi abuelita – de 72 años – se me escapó en una guagua para la Víbora porque tenía que buscar el pan. Por otro lado, mi mamá montó en cólera porque mi padrastro se fue a trabajar y no quería ir a ningún lugar conmigo pues le dolía la cabeza. Realmente fue un ataquito de cul* que le dio, mezcla de celos y obsesiva posesión. Si, tuve que ponerme soez y por un momento, hasta recuperé la voz mientras me defecaba en todo el mundo y gritaba que si no se ponía pa’ las cosas me iba pa’l carajo – queriendo decir aeropuerto – a esperar el condenado – usé palabras más fuertes, créanme – avión para regresarme aquí.

Bueno, es normal, siempre pasa y todo el mundo se relajó y finalmente anduvimos la Víbora y San Fco en guaguas de a peso y máquinas de alquiler. Es raro que casi no comí nada, supongo que el catarro me tenía inapetente y solo hice 3 comidas en todo el tiempo que estuve allí.

La segunda tarde me cayó Kike. Solo escuché los gritos desde la acera y cuando salí a abrirle la reja que estaba cerrada ya el brincaba – a 2 metros y medios de altura – para cargarme y abrazarme y llenarme toda de besos. Con Kike fue muy lindo pues es el único con el que no he podido comunicarme en 3 años y medio pero sentí su calor como el día que me vine para acá. Somos muy compatibles y nos queremos muchísimo. Para qué decir que fue el único que me hizo llorar un poquito; él es muy sensible.

Esa noche todo el mundo se portó bien y como a las 10 nos fuimos Kike y la novia, Maday, D y yo rumbo a la parada para irnos a G donde Karasu estaría esperándonos, junto a los que aparecieran. La espera fue larga pues el transporte cada vez está peor y finalmente nos fuimos en una máquina hasta la Habana y de ahí otra hasta el Vedado. Allí estaban el cuervo, la pequeña Deyma, el delgado pepe y el encantador Ale.

Al verlos fue como si los conociera de toda la vida, como si nos hubiéramos visto en la tarde y así me sentí todo el tiempo. Hablamos, dimos chucho, jugamos nuevamente a los juegos del camarero y traté de abrazarlos un poquito a todos pues tenían mucho frío y yo no, amén del catarro. Cuando salí de la casa estaba medio afiebrada pero me sentó tan bien la presencia de mis amigos que regresé sintiéndome mejor que nunca.

Volví a acostarme 3 horas hasta que mi mamá me despertó para ir de nuevo a Alamar a darle la vuelta al suegro y hacer fotos de la familia para mi amor. De ahí corriendo al Vedado a comprar un águila que terminó siendo Pegaso para mi tuti y Habana Club 7 años, que nunca puede faltar. Almorzamos en la paladar Mesón de Sancho Panza pero comí poco pues ya el catarro, el agotamiento y el malestar podían más que yo. Me dio fiebre sentada allí y realmente solo quería irme ya, quería que mi tuti me cuidara, quería descansar. De veras, de ánimo ya no me sentía bien y el malestar físico era insoportable.

La despedida fue normal, rápida, nadie se quedó triste o eso me hicieron creer. Yo no me fui triste, claro que no. Venía en el avión pensando en el regreso, en lo bien que me sentó el reencuentro y en lo lindo que es mi país.

Llegué la noche de Thanksgiving y Arian estaba como loco pues esos 2 días y medio sin mi no pudo dormir de tanto extrañarme. Nos fuimos a casa de Yusmel que había hecho un pavo exquisito con un sweet potato casserole que es como un puré de boniato amarillo del que hay mucho aquí pero que lleva almendras y una tonga de cosas más. Comí con mucho gusto y nos fuimos enseguida. Me bañé como si viniera del desierto y caí en la cama como una piedra.

Hoy, casi 2 semanas después, siento mucha alegría en mi corazón pues Cuba me sanó y no puedo esperar a volver.


Y ganó Mar!!!!!!!!!!

Buenos chic@s, ya va siendo hora de dar los resultados del Concurso «El Buen Nieto», no se crean que mi yoísmo me ha hecho olvidarlos.

Sepan que la ganadora indiscutible fue Mar, todo el mundo adoró a Oliva. FELICIDADES MAR!!!!!!!!!!!!!

Y sepan que el segundo lugar fue para Ley con su abuelita Carmen. FELICIDADES LEY!!!!!!!!!!!!!!!!!

A los demás, no importa que no hayan ganado, yo al menos me los leí a todos y por eso quise homenajearlos y alabarle a los abuelos. Todos son especiales y muy buenos nietos así que todos forman parte de los MIEMBROS ILUSTRES del CLUB del Buen Nieto!!!!!!!!!!!

Espero que si se les ocurre alguna idea loca como esta o si les da por seguir hablando de abuelit@s y cosas lindas, me llamen pues no me lo quiero perder.

FELICIDADES A TODOS!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Mar, Ley, Rafa, Kyn, Julio César, Nyliam, Carmen Luisa y Alejo.

ps: yo voté por Rafa, tengo que admitirlo, aquellos ojos verdes de Margot me enamoraron.

Besos a todos!


Aquellos ojos verdes – El Microwave

Aquellos ojos verdes.

♪ «Aquellos ojos verdes de mirada serena dejaron en mi alma eterna sed de amar. Anhelos de caricias, de besos y ternuras, de todas las dulzuras que sabían brindar.» ♫

Y así dice la canción que pueden incluso escuchar siguiendo un enlace en el post de Rafa, quién nos muestra a Margot y nos deja entrar un poquito en el mundo de su abuela querida.


Mima Juana – Ojos a la N

Mima Juana.

Conozcan a Nyliam, periodista de ojos hechiceros y escritos dulcísimos. Ella nos habla de su querida Mima Juana y nos la regala en un sorbito pequeño pero de la mejor calidad, como esos licores muy viejos y muy caros. Léanla, no se arrepentirán. Ella es adicta a las manos y a los zapatos pero no les cuento más.


Mi ángel de la guarda – Un pedacito de Mar

Mi ángel de la guarda.

Esta vez les dejo a la dulce (aunque de sal) Mar y a su bisabuela-tía Oliva – es decir, a la hermana de la mamá de su abuela, ¿entendieron? – quién es su angelito de la guarda. Este no es el único post que la nombra así que revisen el pedacito de mar a ver qué tesoros escondidos encuentran allí. De mi parte, sepan que es mucho más dulce y almibosa que saladita y arenosa aunque es mar, jejeje!

Disfrútenla como lo hago siempre yo.