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Imprevistos…

Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
Marguerite Yourcenar

Habían planeado aquella salida con dos semanas de antelación. Él era el tipo de hombre que intentaba contabilizar, racionalmente, cada minuto de su vida. Y digo «intentaba» porque la Magia que lo rodeaba no reparaba en lo que él quisiera cumplir o terminar o lograr en cualquier día dado. No. La Magia que habitaba en él era una Magia atolondrada, irritantemente desorganizada e inoportuna. Era la que causaba aquellos aguaceros torrenciales donde quiera que él estuviera cuando le dolía el corazón en el pecho y no se permitía llorar. Esa misma era la que hacía florecer los cerezos en cualquier época del año también, cada vez que sus labios la besaban.

Ella amaba sus besos y amaba también que se le llenara el pelo de pétalos cuando él la tomaba de la mano. Por eso no se quejaba de la parte majadera de la Magia que venía con él. Por esa razón, faltando una hora para la cita que él se había empecinado en concertar, siempre incapaz de retirarse de una pelea contra su Magia, ella yacía en el sofá, hojeando, desenfadadamente, el libro de turno, sin el más mínimo apuro, sin un ápice de urgencia. Él, ansioso y controlador, caminaba del cuarto a la cocina, sin saber si comerse un bocado o ponerse la camisa. Ella de pronto se salía de la historia de su libro y lo observaba por encima de las letras, divertida y enamorada.

«Vamos a llegar tarde, ¿por qué no te vas vistiendo, cosita?» le reclamaba, siempre amoroso y dulce, pero con ojos de loco. «Ya voy, amor, aún hay tiempo», le respondía ella con certeza de bruja, pasando la página. Esa certeza de bruja era la que la mantenía siempre serena, calmada, aguda e insoportablemente lúcida. Él amaba esas cualidades de ella pero la resentía un poquito cuando las usaba en su contra. Entonces la besaba con mordidas dolorosas y en esos momentos todos los rosales cercanos se llenaban de espinas.

Ya habían pasado quince minutos y él seguía sin comer, aunque ya había preparado una merienda, pero se había distraído con un mensaje de un amigo y aún buscaba una camisa. «Amorcito, vamos a estar tarde y sabes que no me gusta estar tarde», volvió a reclamarle, acercándose y besando su tobillo, de rodillas. «¿Ya comiste? ¿Qué camisa te vas a poner?» respondió ella, acariciando su mano pero sin dejar de leer.

Esa parsimonia de ella lo incomodaba. Ese desdén por la inmediatez, por el leve y casi imperceptible control que él intentaba ejercer sobre ella en esos momentos  de urgencia, lo hacían sentir impotente. En esos momentos sentía que ella retaba su autoridad un poco. También lo mortificaba la actitud impertérrita de su mujer cuando él quería ser complacido con sus mañas y necesitaba que ella fuera su aliada contra la Magia y su irreverencia. Pero ella no le hacía caso ni a él ni a la Magia y seguía existiendo, allá, en aquella galaxia a la que se le escabullía de pronto cuando leía. Y eso era lo que más rabioso lo ponía: el no poder agarrarla del pelo, como a él le gustaba, y fijar su cara para que no pudiera evitar mirarlo a los ojos mientras le comía la boca. En esos momentos sabía que todo su encanto no le funcionaría para retenerla porque cuando ella arrancaba por el trillo, no volvía hasta que le daba la gana. Y le molestaba no poder poseerla absolutamente en todas y cada una de las bocanadas de aire que ella tomaba. Le aterraba la idea de que era suya, pero solo cuando ella quería dársele.

Pero, testarudo al fin, no se dejaba amilanar por la Magia ni por su mujer y a ella también intentaba adivinarla, persuadirla. «Ven acá, dame un beso con lengua», le decía entonces, mientras le quitaba el libro de las manos y se inclinaba sobre su rostro impenetrable aunque dulce. Ella cedía entonces, más por piedad que por otra cosa. Lo compadecía porque sabía que la Magia lo torturaba bastante y no le daba tregua. Entonces volvía y se metía por sus pupilas y correteaba hasta llegar a un columpio en el medio de su corazón donde se balanceaba, riendo a carcajadas. Y se dejaba besar mucho, se dejaba besar todo lo que él necesitara besarla. Se dejaba besar hasta que él se sentía de nuevo en control, empoderado, dueño de la situación. Se dejaba porque amaba ser besada por él y porque sabía que él amaba besarla. Se dejaba besar porque sabía que besándola, él se fortalecía y era feliz. Y ella también era feliz cuando él la besaba.

Ya habían consumido media hora y ella, ya dispuesta a curarle la angustia a él, se levantó del sofá y tomándolo de la mano lo llevó al armario. «Ésta porque cuando te la pones enseguida quiero arrancártela con los dientes», él sonrió con ojos de fiera. Ella la sacó del perchero y se la dio, con instrucciones explícitas en el gesto para que se la pusiera de inmediato. Él obedeció. Entonces ella comenzó a abrochar los botones, mirándolo a los ojos. Comunicándose con él sin hablar. Transmitiéndole esa calma milenaria que le habían heredado las mujeres de su familia, generación tras generación. Él se dejó calmar con la sabia de aquellos ojos grandes donde había naufragado una noche de tormenta y de donde no quiso ser rescatado jamás. Ella depositó un beso tierno en su barbilla mientras abrochaba el último botón.

Lo volvió a tomar de la mano y lo llevó a la mesa de comedor y él se sentó sin que tuviera que indicárselo esta vez. Ella le trajo la merienda y le puso el primer bocado en la boca. Con una sonrisa le convenció de no levantarse hasta haber terminado. Lo besó en la frente y le mesó el pelo, para luego desaparecer rumbo al cuarto. Quedaban quince minutos para tener que salir. Él no pudo evitar distraerse nuevamente, pero al menos no dejó la mesa hasta que hubo comido. Cuando regresaba de fregar el plato, la vio. Llevaba el pelo suelto y un vestido casual, sandalias, carmín en los labios y en las mejillas. La encontró radiante, hermosa, perfecta. Aún quedaban cinco minutos para salir.

Se le acercó y la abrazó por la cintura, metiendo su cara en la cabellera de ella, en sus senos, para respirarla toda. Ella le echó los brazos al cuello y se dejó reconocer. El teléfono sonó.

Cinco minutos más tarde, ella estaba acostada en el sofá de nuevo, libro en mano, mientras él se preguntaba cómo se le rompían todos los planes y le acariciaba las pantorrillas a su mujer, que lo había besado tiernamente cuando le dijo que se cancelaban los planes, sin el más mínimo asombro, porque sabía que la Magia iba a derrotar a su hombre amado, como siempre lo hacía. Entonces le atrajo hacia sí con su pie, porque sabía que él necesitaba una victoria en aquel momento. «Hazme el amor, ven», porque cuando hacían el amor él brotaba de sus cenizas y era feliz y ella también era feliz porque hacer el amor con él era la galaxia a donde siempre prefería escaparse y se les llenaba la casa de luz y de brisas de verano. Y el amor nunca lo planeaban, nunca, y eso sí era mágico.


El regreso de la Hedonista (literalmente)

Regresé!

Finalmente hoy me pusieron el internet. Es una verdadera lástima que no vaya a poder disfrutarlo por mucho tiempo pero bueno, estoy segura de que en unos días tendré material de sobra para escribir.

VOY PA’ CUBA!!!!!!!!!!!!!!

Planeo ver a algunos de ustedes, los que anden por la Habana por esos días, es un viaje corto. Interesados, tienen mi email, apúrense que solo quedan 3 días.

El 20 estoy con ustedes!

 

LOS QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!


*MI* día de los Enamorados.

tuti y yo el la tarde de Thanksgiving. Fuimos a ver una peli en 3D!!!

Ayer intenté subirles el ánimo pero hoy voy a ser un poquito más egoísta y contarles sobre mi lindo día de los enamorados. Lo siento pero fue especial, jajajaja!

Comenzó el lunes en la noche. Yo me despierto a las 7 am para irme al trabajo y a esa hora Arian está dormido, solo le doy un besito y no lo veo más hasta las 11 pm que llega él del trabo – cuando aún estoy despierta -. El lunes él llegó a la misma hora de siempre y ya yo dormía, se bañó y se puso a ver una peli, esperando que fueran más de las 12 am. Me despertó con muchos besitos y yo refunfuñando pues estaba dormida hacía horas pero al fin logró que abriera los ojos. «Despiértate tuti que ya es el día de los enamorados» me dijo con más besitos.

Abrí los ojos y me tenía una bolsita de esas cómicas que te dan en las tiendas con los regalos, de un gris plateado oscuro y letras negras con tremendo toque, jejeje! La abrí y había una cajita azul oscura en forma de cilindro, envuelta en papel del mismo color que la jabita. La cajita decía «Citizen Eco-Drive» y por la forma supe que era un reloj. Hace como un mes el mío – un Orient que me compré hace como dos años- se me cayó varias veces y se descoj**ó 🙂 así que tuve que desecharlo.

El nuevo reloj está bello pero él no se cansó de  preguntarme si me gustaba pues podíamos ir a cambiarlo, «yo sé que a ti te gustan dorados pero los únicos que habían tenían brillantes y piedras que sé no te gustan» me decía. Soy muy sencilla para mis gustos, en lo único que me permito ciertas extravagancias en en los zapatos pues soy fetichista pero en las prendas y la ropa no me gusta mucho el escándalo y es cierto que prefiero el dorado, pero el reloj está bello, sencillo, pulcro… muy «Yesi» ciertamente.

Me encantó y – aunque estaba dormida – no creí necesario cambiarlo, me enamoré del reloj como me enamoré de él cuando lo(s) vi 🙂 Solo había que llevarlo a recogerle unos eslabones pues los relojes siempre nos quedan grandes, a todos. Con la misma parsimoniosa felicidad con que me desperté, volví a dormirme en su hombro. La mañana siguiente – ya martes, 14 de febrero – me desperté temprano y me arreglé para el trabajo.

Lo desperté para que me llevara, ya que no nos veríamos más, quería pasar un ratico con él. El viernes escribí el cuento que ya publiqué ayer, «Precipicio» y se lo mandé por correo postal. Llegó el lunes pero lo guardé para dárselo ayer. Lo fue leyendo mientras yo terminaba de alistarme. Le gustó mucho aunque la historia no tiene nada que ver con nosotros y el final es al estilo ruso O.O jajajaja! Fue lo que salió y para mí no hay nada mejor que la espontaneidad.

Me fui al trabajo habiendo quedado en almorzar juntos en casa de Yusmel – que queda a 3 minutos de mi trabajo – a las 12 pm. Como 20 minutos antes me llama la asistente de mi jefa con tremendo misterio y/o mala cara que vaya a la recepción que Tammy me quiere ver urgente. «Oh shit! y ahora qué volá?» me dije pues mi jefa está un poco encarna’ en mi y ya me olía algún invento raro. Voy corriendo y la veo parada en la puerta junto a su hijo y me ericé pues yo tengo que hacer algo que es trabajo de él, pero él es el hijo so…

Cuando llego a la puerta me dice «This came for you» con un tono de rabia y abrió la puerta. Me encontré con este hermoso arreglo florar y me quedé, literalmente, O.O En seguida pensé en el tuti pero no podía reaccionar, «for me? Really?» y ella que si pero con cara de perro bulldog, jejejeje! Ella tiene problemas con la juventud, la belleza y el talento ajeno y siempre anda pendiente de mi pelo, mi ropa, mi estilo, hasta de las veces que uso el baño. Es angustiante, de veras.

Recogí mi regalo mientras me decía «I have room in my office if you need some» y le respondí «thanks» – but HELL NO! Do you think I´m gonna give MY flowres?? Ohhh, you’re a CRAZY woman! – y me las llevé a mi oficina. Sentí mucha vergüenza pues todo el mundo estaba para el chisme y no soporto ser el centro de atención. Las chicas cool de la oficina me felicitaron y elogiaron las flores y el gesto, de corazón. Revisando encontré que también había un paquetico rosa: Chocolates! Repartí algunos a las chicas y me comí uno yo solita, saboreando mi felicidad 🙂

Enseguida llamé al tuti y le conté llena de risas todo lo que pasó y me dijo que venía a buscarme a las 12 pm. No trabajé más pues no podía concentrarme de tanta alegría, jejeje! Almorzamos juntos y fue genial. Yo regresé al trabajo y le dije que lo llamaría a las 5 pm cuando saliera del trabajo ya que no nos veríamos más hasta las 11 de la noche. Al salir del trabajo llamé a la mujer del primo con quien iría a la peluquería al salir del trabajo. Estaba vestida completamente de blanco así que le dije que iría a cambiarme para recogerla.

Al llegar a casa me di cuenta de que se me había quedado la llave y llamé a mi papá para que me abriera. Parada en la puerta vi la moto de Arian afuera y pensé que tal vez Yusmel lo había llevado al trabajo para que yo lo recogiera en la noche – asegurando así que no me durmiera y poder estar juntos en la noche un ratico -. Mi papá me abrió la puerta y en la mesa había otro regalo, este de mi papá. Junto a mis flores un osito de peluche rojo con un corazón que dice «hug me». Una de sus novias se lo regaló y él decidió dármelo a mi, jejeje! Mi papá es un caso!

Entré al cuarto rápido a cambiarme y llamar a Arian y… estaba escondido en el closet!!!! jajajajaja! «Yo descanso hoy tuti, quería darte la sorpresa!» me dijo y me llevó a la cocina. Olía muy rico y se puso a revisar el horno. Me dijo que había cocinado para mi y que no sabía cómo había quedado pero que esperaba me gustara. Me hizo ir al cuarto pues no podía ver qué era y allá fui a esperar. Se demoró bastante y yo me puse a ver la televisión y a contarle a mi amiga de las sorpresas del día por mensajes de texto. Arian abrió la puerta, «cierra los ojos» me dijo e hizo que extendiera las manos.

Cuando abrí los ojos esto fue lo que encontré. Salmón, papas asadas, puré de papas y vegetales al vapor y como ven, unas florecitas hechas con frijoles blancos, maiz y unas ramitas de perejil 🙂 Para qué decirles que estaba delicioso. Él sabe que una vez probé el salmón y me encantó. Yo no sé para otras personas del mundo pero para un cubano el salmón es más raro y exótico que la misma carne de res O.O así que lo disfruté muchísimo – ahora mismo estoy loca porque sean las 12 para irme a almorzar, traje un poco que quedó de anoche. Yummy! -.

Comimos, vimos tv, nos enamoramos y fuimos a dar una vuelta, mirando adornos y esas cosas para terminar de decorar el cuarto pues nos cambiamos al grande y entre sábado y domingo dimos una limpieza olímpica y pintamos todo. Quedó muy lindo y solo nos faltan algunos detalles, por eso salimos a buscar cositas que nos inspiraran.

Fue un día muy lindo y lo pasamos riendo y jugando. Fue mi mejor día de los enamorados y no solo por los regalos y las sorpresas si no, por sus deseos de hacerme feliz.

gracias tuti.


Happy Hour…

Salimos del trabajo a las 5:00 pm en punto y, aunque el tráfico nos demoró un poco, estábamos en el Chili’s del Westland Mall de Hialeah antes de las 6:00 pm. María, Zenia, Ana (no la Ana de mis historias, una compañera de trabajo) y yo. Decidimos tener una tarde de chicas y habiéndolo consultado previamente con mi marido, para allá fuimos. La pasamos bien. Yo me tomé 2 Margaritas y cada una de las chicas entre 3 y 4 tragos, mientras picábamos unos Nachos con salsa spicy y una picadera de Eggrolls y chicken wings con sus respectivas salsas de dipping. Todo era algo picosito pero tenue, se dejaba comer y embullaba al trago.

La pasamos bien sin exedernos. Como ven, son las 8:00 pm cuando escribo esto y ya estoy en casa. Fueron solo los 2 tragos con las picaderas y eso fue suficiente. Nos divertimos: hablamos de hombres, criticamos a otras mujeres, hablamos de sexo y del trabajo. Reímos a carcajadas y una de ellas lanzó los menús y los paqueticos de azúcar al pasillo del mall en un ataque de risas haciendo unas fotos. Fue interesante pues no lo había hecho antes y lo más importante, me sentí bien.

Llegó la cuenta y dos de ellas asumieron el gasto pero solo porque accedieron a que las dos restantes compraremos los desayunos la próxima semana. Cada una agarró sus pertenencias y arrancamos calabaza-calabaza, cada una pa’ su casa.

Es rico hacer cosas diferentes y más un viernes luego de 8 horas de trabajo. Ya en casita, extraño a mi amor y me aburro pues los fines de semana son de hambruna en los blogs. Extraño al camarero que no regresa hasta dentro de 2 semanas. Se acercan las fiestas y mañana es día de comprar y de preparación de menús para el 24, que haré una comida para los amigos en casa.

Hoy fue un buen día. Espero que haya sido así para ustedes que me leen y si no, espero con mis letras alegrarles un poquito la noche.

Besos a todos!


Necesito renacer…

Tengo problemas, eso es obvio. Me disculpo por dejarles estos crappy posts en vez de deleitarlos con las asombrosas historias y las fantasiosas anécdotas que les prometí al principio. Espero encontrarlas en algun rincón de mí… estoy perdida y necesito encontrarme a mí misma dentro de mí – paradójico, no? -.

Este estado de ánimo afecta mi salud; ahora mismo, mientras escribo, siento que me queman las orejas y tiemblo. Me siento mal; hace 2 dias fue el sistema nervioso digestivo, hoy es la presión. Espero que mi cerebro logre dominar a mi cerebro – si, es la misma palabra, lucha interna en mi cerebro, el corazón es solo un músculo -, pero lo que si sé es que esta autoestima mierdera sube hoy, este estado de ánimo cambia hoy.

Ya estoy cansada de sentirme mal, de vivir en el pasado, como dijiste – si es el caso, hoy se acaba, créeme! -, de no mirar hacia adelante y extrañar y añorar; debo hacerlo, pero con dignidad, sin amilanarme y caer. Es cierto, ellos tienen sus vidas y no puedo seguir recondenándome por no tenerlos conmigo. Hoy renace Yesi Lugo Zamora. Hoy tomo las riendas de mi vida en los Estados Unidos de América, junto a tí, de la mano y hacia delante… hacia nuestro porvenir.

Ya dicho todo, tú y yo, ahora, tenemos asuntos pendientes que hay que resolver. Ya me desprendí de Cuba… ahora tu y yo tenemos que darnos el frente. Tenemos cuentas que saldar, te espero.


¡Dale, dale… ven conmigo a celebrar!

rosa hecha de bondo     

«Yo lo que quiero es fiesta, yo lo que quiero es vacilón. Me gusta el party. Come on everybody». Con este éxito, «Fiesta», en la voz del chévere de la salsa,Isaac Delgado, comienzo…

Hoy quiero usar mi blogg para algo especial.

El día 20 de Septiembre de 1976 nació en Belén el hombre más especial que he conocido en mi vida. Fue un niño mimado,        malcriado, bien educado… sus padres comenzaron su vida en común siendo pobres. Martha – la madre -, tenía que dormir en una cama sin colchón con tremenda «pipona». Años después, con mucho esfuerzo de Tony – el papá -, que llegó a ser administrador de una panadería (ya se imaginan el esfuerzo, la luchita!) ese niño llegó a ser el Príncipe de la Habana Vieja, tanto así que jugaba en la cocina del Hotel Nacional de Cuba como si fuera la de su apartamentico en el Solar de Habana entre Luz y Acosta.

Con 13 años y mucho esfuerzo de su abuelo Pípire y de su abuelo Waldo, lograron cambiar los apartamenticos de la

Habana Vieja por «palomares» – como los llama él -, de Alamar. Allí le cogió el gusto a practicar la pesca submarina, por lo que casi se le revienta un tímpano una vez y – supongo -, que allí también desarrolló ese gusto suicida que siente por los tiburones. Alaba’o!

Todos sabemos que en Cuba la felicidad no es eterna y las rachas buenas no duran toda la vida. Siendo un adolescente, le llegó el primer rechazo de una chica y nada más y nada menos que por vestirse humildemente – ya estaba la racha mala en su apogeo -, con ropa y zapatos de su papá que le quedaban muy grandes 😦  Pero siendo un muchacho de carita fácil – es lindo, no lo podemos negar -, aprendió a ‘cuadrar jebitas’ bien pronto y me consta que no recibió muchos rechazos en los años venideros, solo los justos por su inexperiencia y los que le tocaban por su inexorable destino.

Terminó el Técnico Medio y lo cogió el Servicio Militar donde le decían «el bala» por alguna anécdota que seguro les contaré algún día – son bastantes -, donde estuvo preso por ayudar a un amigo; donde le cayó a tubazos – con un tubo de cartón, que duele igual -, a un compañero por alguna berracá; y salió siendo todo un hombre. Después comenzó a trabajar con 19 años y no ha dejado de hacerlo hasta hoy.

Fue de todo: trabajó en panaderías, desde ayudante hasta contador; en tiendas, desde perchero hasta jefe de piso del mercado; en Copextel, desde camionero hasta Comercial… y no sigo contando pues no recuerdo todos los nombres y los respectivos puestos, no quiero equivocarme – si no es que ya lo hice -. Conoció a quien sería su esposa y estuvieron 7 años juntos pero el amor no es suficiente a veces.

Con 31 años perdió a su querida madre y tomó la decisión de emigrar a los Estados Unidos, dejando a su papá en Cuba – un secreto: aun llora en las noches o cuando se está bañando y piensa que nadie lo ve, shhhhh! -. Aun lucha y espera para poder reunirse con su padre, con su mejor amigo.

Luego de casi un año esperando en la yuma a quien fuera su mujer, resulta que su primo – su primo preferido, pa’ que sepan -, por azares del destino, había hecho una amistad muy linda con una chica que llevaba viviendo en Miami casi el mismo tiempo que nuestro protagonista. El primo dio y dio hasta que hicieron contacto. ¿Me creerían si les digo que hablaron 3 días seguidos hasta la madrugada? El día que se vieron por primera vez le regaló a la muchacha un perro de peluche grandote y le llamaron Emil, pues ella ama a los perros y no podía tener uno de verdad. El día 16 de Enero se besaron por primera vez, en presencia de una avergonzada rosa amarilla.

Juntos han pasado momentos malo, muy malos, pero a veces el amor SI es suficiente. Han pasado hambre, han llorado juntos, han estado enfermos, han sufrido en silencio, les han robado el carro, jajaja! Quieren envejecer juntos y tener 3 niños y 3 perros pues ambos son hijos únicos con perritos ya muertos. Ahora mismo ella se levanta en la mañana y lo deja, dormido, con un besito en la frente y se va a trabajar. En las noches, apenas sigue despierta a que él llegue del trabajo para dormirse en su hombro mientras él le cuenta lo que hizo en todo el día. Solo se ven los sábados; la vida es muy difícil aquí.

Y hablando de sábados, de fiestas y de Septiembre… si prestaron atención se dieron cuenta de que ese hombre especial cumple 35 años el martes que viene. Ese día ambos trabajan y no cobran hasta el viernes 23, así que la chica quiere invitarlo a bailar el sábado 24.

Arian Ruiz González, amor de mi vida: ¿me harías el honor de salir a bailar conmigo el sábado 24 de Septiembre?

Lov u tuti!