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De primera mano…

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Este es el carro del cabrón. Si lo ven por ahí, evítenlo o mátenlo

Términos como «leyes», «política» o «justicia» fueron solo creados para un mantenernos engañados en un mundo fantástico e idealista donde todo es bueno y no hay problemas. La justicia es otra utopía que los hombres nos creamos para creer en algo más allá de nosotros mismos, como la religión pero es simple e igualmente un fraude.

Aquellos que viven en una gran urbe y que para trasladarse de un lugar a otro tienen la dicha o desgracia de manejar sabrán de lo que hablaré a continuación. Los que tienen la más grande dicha de disponer de otros medios de transportación como el metro, etc, al menos se informarán un poco con esta pequeña historia.

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Hoy el cielo ganó una estrella…

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Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor.
El amor en los tiempos del cólera
Gabriel García Márquez

No soy de emocionarme con nacimientos de príncipes o muertes de actores. No suelo hacerle mucho caso a Facebook y todo su morbo. Tampoco soy de rendirle pleitesías a personalidades o culto a los famosos pero hoy es un día tan triste para mi corazón que no puedo guardar silencio.

Hoy recibí una muy buena noticia sobre mi salud. Algo me tenía asustada y finalmente no fue más que una falsa alarma. Pensé que este era uno de los días más felices y sudé frío cuando escuché las palabras. Ahora sudo frío por el miedo pues me aterra que no haya nacido otro escritor como mi Gabo.

No soy una mujer de fe, soy más bien pragmática pero el Gabo era parte de mi religión muy personal.

Cuando tenía como 16 años mi abuelita, que es una polilla, se encontró un libro de encuadernado duro y blanco, yaciendo en una montaña al lado de la basura. Lo recogió entre otros abandonados y fue el que más llamó mi atención. Yo no sabía mucho de literatura más allá de Verne, Salgari o Homero.

El libro estaba un poco desvencijado y le habían arrancado alguna dolorosa dedicatoria. Ahora que lo pienso y luego de labrar mi propia historia con ese libro que dejé en otras manos queridas, tal vez lo dejaron en el olvido luego de alguna rencilla amorosa pues no me cabe en la cabeza que alguien deje botado un libro de Gabriel García Márquez así como así.

Se lo di a mi novio de aquella época, que no leía ni un carajo pero me lo pidió. A los meses lo encontré en su casa y como era de esperar, ni lo había tocado. Hay personas que simplemente no son dignas de leer al Gabo. Mientras veíamos la televisión tomé el libro en mis manos, lo abrí a la mitad y comencé a leer uno de los libros más bellos que he tenido el placer y la desdicha de conocer.

Me bebí de un trago una cantidad absurda de letras que se me clavaron en el pecho como un buen tequila. Cerré el libro y me fui a casa. Comencé de nuevo por el principio, como se leen los libros y no terminé de leerlo nunca más. Así nacieron para mi Gabriel y El Amor en los Tiempos del Cólera y lo he amado tanto desde aquel bendito día…

No voy a decir que me he leído todos sus libros pues no es cierto. Luego leí Cien Años de Soledad y Del Amor y Otros Demonios pero El Amor me sigue llamando desde el librero y su hechizo es muy fuerte para mi débil alma.

Aquel libro blanco de encuadernado duro, de hojas rotas y memorias inciertas se quedó en Cuba pues a Cuba pertenecía. No tuve valor para traerlo conmigo y se lo dejé a otro novio que lo valoró más. Jamás he preguntado si el libro existe, si aún lo tiene pues el libro y él me dolieron demasiado.

Tengo otra copia y no sé explicarlo pero esa no me duele tanto como la primera. Supongo que tenga que ver con el mito del Gabo y que a través de aquel libro se convirtió en mi verdadero primer amor y por eso tuve que dejarlo atrás.

Hoy es un día triste. Hoy el cielo ganó una estrella pero el mundo ha perdido a un creador de sueños y nos ha dejado una deuda que no podremos pagar nunca.


Tragedia…

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Quien vive sin disciplina, muere sin honor.

Provervio irlandés

(juro que lo habría matado con gusto)

Qué hace usted cuando, una vez por semana llega a su casa y hay un carro – de sabe quién coño! – y usted tiene que ponerse a esa hora a buscar al susodicho HIJODEPUTA que se encarna en SU parqueo de tantos disponibles y NO DISPONIBLES. Entonces, como no queda de otra, uno comienza a tocar la corneta del auto a ver si el MALNACIDO sale a moverse.

Para colmo de males, el vecino sale vociferando porque si le despierto a niño. Y yo me río y me muerdo la lengua para no decirle que su niño lleva el día durmiendo mientras mi marido y yo llevamos desde las 5am despiertos y trabajando, que me importa un carajo si su niño duerme y mucho menos que no lo eduque para dormir en una ciudad donde no puede haber silencio absoluto. Y lo mejor de todo, ese mismo vecino ha sido en otras ocasiones el HIJODESUMADRE que se parquea en mi parqueo, aunque hoy no haya sido él así que mejor se vaya para el soberano cuerno y mientras yo lo ignoro.

Luego de mucha indignación y mucho tiempo aparece un bendito, zarrapastroso y desaliñado, fumando un cigarro y con cara de sueño que si el carro es suyo y es la primera vez que pasa. Y yo que si, que siempre es el mismo carro negro y él que no, que no conoce a nadie aquí y yo que si no conoce a nadie qué mierda hace en mi condominio y en mi parqueo. El tipo que si estoy haciendo que se moleste y yo que pierdo la paciencia y el glamour y le grito que de los nervios estoy yo y que mueva el carro y no me joda. El tipo que se calla y que se mete en el carro.

Y como toda tragedia tiene un poco de comedia, el muy RECOMEPINGA no tiene batería y tengo que darle un cablazo para que se vaya pa’l carajo.

Y me da las gracias y me desea una buena noche y yo me muerdo la lengua musitando: que te parta un rayo, cabrón!


Hipocresía…

el pésame

Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.

Homero

Llevo 2 horas sentada delante de la pc y no escribo nada.

Vengo cocinando 2 posts desde hace días pero finalmente no me animo.

Tengo una pregunta… ¿Por qué cuando alguien muere – sea o no conocido/amigo/familia nuestra – estamos obligados a decir «Lo siento mucho»?

Tal vez sueno cruel, sangre fría, desalmada pero… me jode tener que decir algo por hacer sentir bien a alguien que ni me importa ni se va a sentir bien diga yo lo que diga.

¿Alguna vez se les ha muerto alguien? A mi no pero cuando lo pienso, lo menos que quisiera es que me digan que lo sienten cuando no es cierto… de hecho no quisiera que me dijeran nada.

Entonces le dices esto a alguien y te dicen malvado. Entonces yo me pregunto: ¿Lo sientes de veras? A lo que me respondería: «La pérdida de una vida humana siempre es dolorosa» u otra mierda de esas.

NO ME JODAS!

Si de veras pensara que las vidas – humanas o no – son tan valiosas no le desearías a tu jefe que se le pasara un P-algo por arriba un día o que al maldito repartero del piso de arriba se le explotara el equipo de música en la cara mientras escucha el Chupi-chupi o que al negro peste a grajo que se te pegó en la guagua sufriera de priapismo, etc, etc.

Entonces me jode tanta hipocresía pero más me jode que uno de estos hipócritas me critique porque cuando me dicen que alguien que ni siquiera conozco y me importa 2 bledos se ha muerto y simplemente respondo: «Bueno, así es la vida, qué se le va a hacer» y sigo con mi vorágine.

¿Acaso soy una completa hija de puta?

No lo creo pero igual, tampoco me interesa lo que piensen – los hipócritas, no ustedes mis queridos lectores 😉


Me han mata’o a Santa Claus!

Es una imagen dura pero sucede en algún lugar del mundo mientras nosotros nos tomamos nuestro delicioso café mañanero. Y tenemos aún el descaro de llamarnos justos, conscientes, buenas personas. 

Comienzo diciendo que soy algo crédula. No es que crea cualquier cosa que cualquiera me diga pues de hecho, soy bastante escéptica pero con la gente en la que confío soy muy inocente. Entonces ayer, teniendo una conversación sobre los trabajos y los negocios de la gente, quedó claro que siempre necesitan de algún infeliz del que beneficiarse para poder tener éxito.

Hablábamos de la cantidad de alimentos que se desechan a diario en muchísimos negocios de comida y que no haya una sola compañía que se encargue de recogerlos para donarlos a los desamparados, por ejemplo. Lo más jodido es que es comida fresca que al final de cada noche se bota pues ya no se puede servir a los clientes a la mañana siguiente. Es increíble, habiendo tanta gente en el mundo que no puede dormir con la barriga llena o con algo calentico en el estómago – de hecho, dudo que puedan dormir con hambre.

No sé cómo llegamos a hablar de que los dueños siempre se benefician de los otros en sus negocios y mi marido junto a un amigo, comentaban muy cínicamente, aunque en forma de broma, las verdades de la vida, esas en las que yo no había pensado nunca. Entonces me vino una pregunta a la mente y la formulé. «¿Entonces los dueños de funerarias están en su casa pidiéndole a dios que se muera bastante gente para así poder enriquecerse?» Y me respondieron al unísono: Si!

Fue como un balde de agua fría en mi cuerpo caliente. Me sentí tan mal! Ellos siguieron haciendo humor negro sobre el caso y yo me quedé sumida en mis pensamientos. ¿Cómo alguien puede comerse un trozo de carne sin pensar que lo tiene en la mesa gracias a fulano de tal que fue arrollado ayer? Sentí horror y se me erizó hasta el alma.

No pude más y dije que había gente buena en el mundo, que debía haber gente buena, que me rehusaba a creer que todos fueran tan mezquinos y egoístas. Dije que mucha gente hacía de voluntario para alimentar o desparasitar niños moribundos en África y nuestro amigo me dijo: «si, eso es para pagar menos taxes». Otra cachetada para mi cuento de hadas, para mi mundo rosa.

Entonces hablamos también del plan de Obama referente a la salud y lo bueno que sería lograrlo. Me dijeron que a los que tienen todo no les conviene y que jamás se aprobaría. Peleé, discutí y por primera vez en la vida estuve agradecida de que los pobres, los miserables, los que nada tenemos, fuéramos la mayoría. Tal vez por ser mayoría logremos algo así.

Es doloroso, es doloroso darse de golpe en la cara con estas cosas, que siempre han estado ahí pero que la vorágine de la vida no nos deja ver. Nuestra superflua vida a veces nos hace infelices porque no podemos irnos de vacaciones a Hawai, cuando no tenemos el carro del año… nos quejamos de no tener zapatos sin pensar que hay otros que ni siquiera tienen pies.

La vida es triste…


Impotencia y vejación…

La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.

 Miguel de Cervantes

Hoy voy a hablar de un tema muy delicado y que, por desgracia, me toca muy de cerca.

Supongo que desde que el hombre es hombre existe el acoso sexual – aunque sin ser penado o siquiera reconocido al principio – pues también desde que el hombre es hombre existen los vicios. Es cierto que el acoso sexual existe sin distinción de géneros y el victimario puede ser tanto un hombre como una mujer pero no podemos negar que es más común que las víctimas seamos las féminas. No sé si por nuestro carácter más dulce, por nuestra apariencia indefensa o por nuestra belleza, a veces tergiversada en objeto sexual.

El caso es que hace muchos años que no había estado en presencia de un caso, desde una vez que yo misma fui acosada, siendo solo una niña. Una persona que estimo mucho fue acosada hoy y fui testigo de una escenas, aparentemente casual y verdaderamente premeditada y asquerosa. Ella caminaba rumbo a su oficina cuando un compañero de trabajo de algún rango se cruzó con ella, para beneplácito de todos, justo en frente de una cámara de seguridad. El tipo – pues no puedo llamarlo de ninguna otra forma humana y no quiero ser grosera, aunque justa – no guardó la distancia que debió y le pasó casi rozando, mientras con su mano, en ademán de tocarle el talle, se deslizó de manera natural y rápidamente por su trasero.

Yo vi la imagen, la vi dos veces para estar segura y a primera vista parecía un simple error, una casualidad, algo sencillo, sin malicia. La segunda vez que la vi sentí odio y me di cuenta se la saña, de la lascivia, de la vejación en toda su magnitud, aunque disfrazada de gesto amable. No hablaré del desenlace, no hablaré de lo que sucedió después, ni siquiera hablaré de mi papel en este turbio asunto. Quiero reflexionar sobre el hecho aislado, sobre el acoso en general, sobre la humillación, sobra la violación en si.

Me pregunto, ¿qué le da el derecho a otra persona a invadir tu privacidad cuando tú, evidentemente, no le has dado señal alguna de que puede acercarse a tu persona? Eso me jode a mi, me jode mucho y sobre todo porque no soy adepta del contacto físico. Soy muy fría, lo confieso, incluso con mis seres queridos… ni qué decir la distancia que mantengo con la gente extraña, con quienes no tengo confianza ni roce alguno. Mi espacio personal es algo sagrado y solamente yo puedo darle permiso a otra persona para acercarse, gradual y únicamente hasta el punto que yo le permita.

Cuando alguien se aprovecha de su superioridad – dígase de género, de fortaleza, de rango, de inteligencia o de lo que sea – para violar el derecho de otra(s) persona(s) de gobernar sobre su anatomía, simplemente creo el mundo es un lugar muy sucio, sobre todo cuando sucede impunemente. Las mujeres hemos sido víctimas desde que el mundo es mundo por ser, desgraciadamente, inferiores físicamente hablando y tener desventaja a la hora de defendernos de los hombres.

El mundo está lleno de caballeros que al saber de estas cosas se indignan y hasta toman la justicia en sus manos para vengar la afrenta pero también está llena de cabrones que se valen de su fuerza para transgredir la puerta que la mayoría de las mujeres mantenemos cerradas para el mundo, hasta que nos sentimos confiadas o impulsadas a abrirla de a poco para aquellos que realmente merecen entrar.

Hoy es un día triste pues hoy se ha violado una regla que habría de ser inviolable y que – es una pena pero es real – nunca verá justicia en todos los casos.


Necesito tiempo…

Cuando comencé el blog pasaba por una etapa de mi vida difícil, caótica, depresiva… el blog me ayudó, me inspiró, de entretuvo, me alimentó. Escribir me dio vida, me hizo sentir útil. Desde septiembre de 2011 he escrito mucho; había mucho de donde sacar y aunque pasé por estados se sequía, siempre sucedía algo que me sugería historias, reflexiones, alegrías… siempre tuve algo que contar.

Es obvio que hace como 2 meses no escribo como antes. Lo real es que no he escrito nada y el blog sigue a flote gracias a las etapas más prolíficas, cuando se me acumularon hasta 10 posts a una vez y los guardé, para dosificarlos y tener siempre algo que publicar. Realmente, hace meses que no escribo ni una sola letra.

Dicen que cada escritor atraviesa una etapa de sequía creativa y supongo que la mía llegó ya. Se venía anunciando, sutilmente desde hace tiempo hasta que se me hizo evidente esta mañana. Ya no quiero escribir, ya no quiero leer, ya no quiero cometer errores, ya no quiero saber nada más. Le dije esta mañana a una amiga mientras le pedía perdón, «el conocimiento a veces nos hace infelices».

Saber, saber lo que se supone que no sepa, lo que otros no quieren que sepa pero que no saben ocultar de mi, eso me está matando. Saber lo que quiero o no saber lo que quiero, saber lo que no puedo hacer. Saber mis limitaciones, saber lo que es la lealtad, saber lo que es el tiempo y verlo desvanecerse a veces y correr tan lentamente en ocasiones. Saber que me esperan, saber que no puedo llegar allí. Saber que me aman, saber que me perdonan, saber que confían en mi, saber que no puedo decepcionarlos. Saber todo lo que me hace infeliz pero no saber lo único que necesito saber, que deseo saber.

Sé lo que me está haciendo daño, pero no sé cómo evitarlo, no sé cómo salir de esta tormenta…

Tal vez esta no sea la solución a ninguno de mis problemas pero les debo consideración y respeto, a ustedes que me leen y que han tenido la amabilidad de no preguntar, de no quejarse cuando nada nuevo les cuento. Me voy.

Sin muchos dramatismos porque no me gustan, pero me retiro del blog por un tiempo – indefinido. Lo más probable es que vuelva pero no sé cuánto tiempo estaré ausente. Ya no tengo nada que decir, cuando las palabras regresen, también yo regresaré.

Perdónenme, no los abandono, solo necesito tiempo…


Complacencia en la ignorancia…

Complacencia en la ignorancia….