Archivo diario: febrero 13, 2012

Una niñita en La Víbora – V

El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad.
George Bernard Shaw

El primer amor: Daniel – II

Daniel comenzó a querer que le diera un beso y yo aterrada pues a aquel chico, Abdel, le había dado un beso en una apuesta loca y sentí tanto asco que me quedé traumatizada. Yulima me embullaba para que lo hiciera y Daniel intentaba persuadirme con sus ojitos degatico de Shrek. Estuvimos en eso toda la tarde pero no cedí, en ese tiempo aún tenía la voluntad de decir que no, supongo que era el miedo a lo desconocido que podía ser más fuerte que otros sentimientos que no conocía hasta ese momento. El beso nunca sucedió. Recuerdo que tiempo después Yulima me contó que un día que yo no fui a la escuela, ella y Daniel se besaron jugando a la botellita (ya él y yo no éramos novios). No sé si fue cierto o si ella me lo dijo para martirizarme pero si sé que lloré muchísimo, sin que ella lo supiera y me sentí arrepentida, derrotada, traicionada.

La profesora Maritza – siempre inventiva y arrolladora – comenzó a organizar un vals para nuestra fiesta de graduación de la primaria y empezó a montar una coreografía muy linda con «Tiempo de vals» de Chayanne: Daniel y yo éramos pareja. El tiempo seguía pasando y él siguió siendo un chico muy cotizado en el mercado estudiantil. Un día Daniel terminó conmigo, solo recuerdo que fue muy dulce y lo hizo como un caballero. Luego me enteré de que era novio de Mayara, una de las bellas del aula de Maritza; pequeñita pero con unas piernas y senos espectaculares, muy linda.

Había que ir a la fiesta de traje los varones y de vestido largo las niñas. Anduve la habana entera con mi mamá buscando un vestido negro y me hicieron unos choronguitos más cómicos – que en ese momento eran la bomba 🙂 -. Con zapatos de tancón por primera vez en la vida, esbelta, regia, luciendo como una mujercita y ya sin ser la novia de Daniel, fui al baile. El se quedó anonadado, sé que me veía muy linda y me lo dijo. Bailamos el vals, nos divertimos muchísimo y posamos para muchas fotos. Existe una donde estamos algunas niñas de mi aula, mis amiguitas y yo de pie al fondo y algunos varones agachados delante de nosotras; es el único recuerdo gráfico que me queda de aquella época y allí estaba mi Daniel, siempre bello.

En mi aula se hizo una colecta monetaria para encargar una comida para todos los niños y esta actividad se hizo al finalizar el acto en la casa de Rocío, en mi cuadra. Allí comimos y conversamos por última vez, todos juntos. Yo estaba feliz y triste a la vez y decidí marcharme. Recuerdo que en la reja, saliendo de la casa de Rocío, Daniel me alcanzó y me dijo que estaba muy linda, que volviéramos a ser novios, que seguía enamorado de mí. Cuento esto y se me aprieta el corazón. Hace muchos años dejé de sentir por él pero siempre va a ser especial y ese momento tomé una decisión como si fuera una adulta. Le expliqué que iríamos a secundarias diferentes, que casi no nos veríamos, que no duraría nuestro amor de aquella manera y que era mejor así. El intentó decir algo pero calló, respetó mi decisión y más tarde lo odié por dejarme decidir. Lo odié por no luchar, por no hacerme luchar; lo odié pero no tanto como lo amé.

 … continuará.