Archivo mensual: septiembre 2012

Dibujo de desnudez…

 Puedes venir desnuda a mi fiesta de amor. Yo te vestiré de caricias.
Hexaedro Rosa V – Rubén Martínez Villena

El arte de tocar…

La piel tersa y sudada, la carne firme, desafiante. El dedo que recorre centímetro a centímetro. Los vellos que se erizan al contacto. El camino…

Mano, brazo, hombro… una pequeña pausa en la clavícula. Luego el esternón, sintiendo cada hueso bajo el sudor. La curvatura, el pezón… temblor… sonrisa. Sigue el abdomen contraído, tropieza y cae en el ombligo… más risas. La pelvis húmeda, la unión entre el pubis y la pierna… el muslo musculoso, la rodilla, la pierna, el tobillo, el empeine.

Ella gira y los dedos siguen por la planta del pie… una patada es el reflejo. Oops! La pantorrila, el huequito detrás de la rodilla, el dorso del muslo… la unión del muslo y el glúteo  Suspiro. La nalga regia… pausa entre ambas, pausa en los hoyuelos. Tamborileo en la región lumbar, subiendo por la espina. Leve masaje en la escápula, presión en la nuca… dedos entre sus cabellos…

Gemido…


Un día especial!!!

¡FELIZ CUMPLEAÑOS TUTI!

El año pasado, por estas mismas fechas, salieron dos posts especiales dedicados a mi amor. Hoy es el cumpleaños del hombre más especial de mi vida y quiero recordarles lo que escribí sobre él. ¡Dale, dale… ven conmigo a celebrar! y Happy Birthday to you!

Hoy será diferente pero igual estaremos él y yo. Recién nos mudamos y no conocemos a nadie aquí, nuestros amigos están todos lejos y trabajando y como no tenemos carro… iremos en la motico a buscar el cake de chocolate y haremos una comida para celebrar. Él aún trabaja, siempre le toca trabajar en su cumple, pero ya está al salir y yo lo espero con ansias.

Tienen que entenderme caballero, un día como hoy, hace 36 años, nació el amor de mi vida.

Feliz cumpleaños mi amor.


La pregunta del millón…

Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes.

Molière

La pregunta

Ella no fuma,

aún así la idea de encender un cigarrillo la seduce.

La visión de él, agazapado entre sábanas

la vuelven viciosa y descarada.

Se imagina el veneno gris pululando

y la figura larga y gatuna de él en las sombras,

retratada a través de la fina cortina de humo.

Aguarda y lo acecha,

desnuda luego de templar como dos fieras salvajes.

Y sigue pensando en el humo que la baña

y apesta sus cabellos sueltos y sudados

mientras aún palpita su entrepierna,

también húmeda aunque no de sudor.

La noche es larga y el sueño parece eterno.

Camina por el cuarto.

No hay cigarrillos en su casa, no hay alcohol.

¿Cómo coño mitigar entonces la necesidad de un vicio?

Enloquece, se encabrona y patea el colchón.

– ¡Levántate condenado! – le grita

y él abre los ojos con sueño, preguntándose:

«¿Qué mierda le pasa a esta ahora?»

Lo echa a patadas.

– ¡Vete! – y él recoge sus ropas aún sin saber qué diablos pasa.

Se pregunta cómo no puede dormir

luego de darle cinco orgasmos a una lunática.

Ella lo maldice entre dientes, aún insatisfecha.

Él se marcha con un grito de: ¡Loca! dando un portazo

y se pregunta: ¿Cómo coño se complace a una mujer?


De Besos y Saliva…

Mi primer beso húmedo – la primera vez que me excité y realmente sentí algo con un beso – fue a los 14 años. Ya antes había besado a dos niños, cuando estaba en 4to y 5to grado, pero solo sentí asco. Era una niña y aún no descubría mi sexualidad. Pero a los 14 llegó aquel rubio de ojos como el mar y me besó detrás de un laboratorio de química como si no existieran más labios en el mundo que los nuestros. No sé, pero siempre he pensado en él como el besador perfecto y supongo que es más una cuestión de añoranza que de ciencia. Probablemente si me lo encuentro mañana y lo vuelvo a besar descubriré que realmente sus labios no están hechos para los míos pero cuando tenía 14 y jamás había sentido lo que sentí, él se llevó el premio a los mejores besos.

Recuerdo entonces que me gustó tanto la sensación de un beso que durante todo ese años – y algunos otros que vinieron después – me dediqué al arte de besar. Besé a muchos muchachos, jugando a aquello de las “descargas”, término usado para llamar al rato en que dos personas comparten besos y caricias superficiales, sea en una fiesta, discoteca o algo así; generalmente personas que no se conocen previamente ni tendrán una relación. Las descargas son momentos efímeros.

Comencé a ir a fiestecitas, a discotecas del barrio y bonches callejeros y entre baile y música me dediqué a desentrañar el misterio de los besos. Recuerdo a aquel muchachito que era realmente intrascendente, que era un idiota realmente, pero lo besé una vez y me gustó mucho el beso. Sus labios no eran la gran cosa, pero se sintió bien. Otra vez besé a uno que tenía un arete en la lengua y era más el morbo de verlo sacarla y provocarme con ella que la sensación de los besos con un pedazo de metal chocando mis dientes.

Pero hubo uno con el que jugué a robarnos besos, ni recuerdo cómo comenzó la cosa pero fue muy divertido y realmente besaba muy bien. Yo tenía 14 aún, él unos 18 o 19. Yo era una nena de mi casa, él era un indisciplinado social. Yo era decente, tranquila, educada… él era problemático, ignorante y busca pleitos. Pero no importaba porque me trataba como a una princesita y me propuso el primer juego de mi vida, supongo que por eso me gusta tanto “jugar”. Hablábamos mucho por las noches y como vivía justo en frente de mi casa, era solo cruzar la calle para comenzar la batalla.

Recuerdo que él fumaba mucho y el olor a cigarro era insoportable. Aún así, su aliento a tabaco y el sabor de su saliva me agradaban, aunque siempre le exigía que no fumara, por malcriadez mía. Nos besamos mucho y aprendí a gustar de su vicio, cosa que hasta el día de hoy me ha quedado por dentro. No todo el mundo sabe igual o huele igual y no todo el que fuma puede llegar a ser atractivo a mi persona, pero después de él, algún que otro hombre me ha seducido con su aliento vicioso.

Luego pasé varios años de mi vida besando a un mismo hombre, mi primer novio y hoy, luego de muchos años me doy cuenta de que, siendo amante de los besos pasionales, de las borracheras salivísticas y del high que me producen los besos geniales, me he dado cuenta de que mis 3 relaciones serias han sido con hombres con los que besar no es del todo aventurero. Eso me indica que aunque una parte de mi es temeraria, pasional, la predominante prefiere lo seguro.

Hubo otro y es curioso pues cada narcótico en su sistema me hacía gustar más de él. Entonces me di cuenta de que es cuestión de química y física, literalmente hablando. Primero que todo, influyen las feromonas y aunque olfativamente ellas se mezclan en el olor personal, perfume u otra fragancia que emita nuestro cuerpo, están ahí, solapadas al olfato pero presentes para el cerebro que las capta y las recoge, analizándolas y decidiendo si esa persona nos atrae o no. A ese fenómeno le llamamos “química” y quiere decir que dos personas son compatibles, que hay una llamita entre ambas, aunque no podamos explicar el por qué.

Luego, ya durante el beso, influyen el aroma del aliento que es lo primero que uno siente si se dedica a disfrutar del otro antes de lanzarse a comerle los labios. El aliento nos agrada, nos desagrada, nos hechiza o nos hace repeler al otro. Hay gente que tiene un aliento que nos embruja, sin tener un aroma peculiar o diferente, simplemente tiene lo que nuestro cerebro busca y desea y ciertamente, nos emborracha.

Luego vienen los labios. ¿Nunca les ha pasado que besan a alguien con labios muy blandos? ¿O muy recios? ¿O que los abre como si fuera a tragarte? ¿O que tienes que sacarle la lengua con tenazas de la boca? Además de la textura, consistencia y forma de los labios, influye la técnica del besador y la compatibilidad entre esos aspectos de él(a) y los propios. Hay quien simplemente tiene los labios perfectos para los nuestros y los usa a cabalidad.

Y el último aspecto, la saliva, que para mí es el más importante de todos – por puro fetichismo. Y si hablamos de saliva influyen factores específicos – parezco científica hablando de besos O.O – como por ejemplo, la textura. Todas las salivas no son iguales o mejor dicho, nosotros no reaccionamos igual a todas las salivas. Hay quien tiene una saliva babosa, densa, para mi gusto desagradable. Hay quien besa muy seco, precisamente por producir poca saliva. Están también los que te besan y parece que te están dando de beber de tan salivosos que son.

Existe la mezcla perfecta que para mi consiste en una saliva suave, acuosa, que seque como agua y no te deje los labios pegajosos. La saliva de sabor tenue, aunque se influencie con comestibles, bebidas o hasta cigarro, pero que sea una saliva de sabor tenue y delicado, nada empalagoso. También es importante la cantidad que debe ser no muy abundante ni muy escasa tampoco. Y además, debe ser una saliva que me tiente a jugar con ella, a embarrarme por placer, a tocarla y degustarla y que me parezca sabrosa, rica, que me deje pidiendo más.

Por supuesto, cada persona es un mundo y lo que para mi puede ser adictivo para otra persona puede que sea repulsivo y viceversa. Pero el besar es un arte y más allá de las predisposiciones psico-fisiológicas que podemos desarrollar hacia ciertos y determinados individuos, el besar se practica, se aprende, se mejora y se perfecciona. A lo mejor un día me encuentro a aquel muchacho de mi primer beso húmedo y me doy cuenta de que besa aún mejor, quién sabe.


Siempre sale el sol…

Me he quedado sin trabajo, me mudo mañana, me chocaron el carro y no puedo dormir, pero cuando pienso que todo podría ser aun peor me doy cuenta de que siempre quedan razones para sonreír…

Felices sueños mis queridos…

Les cuento más en Víctimas de la fatalidad… desde Asuntos Triviales.


Rara conexión…

Hay sólo un niño bello en el mundo, y cada madre lo tiene.

José Martí

El sábado después de renunciar al blog me fui a la playa. Luego de un día muy atareado, fuimos mi tuti y yo a comprarnos una pelota de voleibol para jugar un rato y allá nos fuimos. Desde aquella ocasión en que no llevé trusa y terminé bañándome en vestido por lo linda que estaba la playa, me he quedado con deseos de volver. Yo nunca he sido amante del sola, la arena o el agua salada, debo admitirlo, pero ese día la playa estaba tan bella, el agua tan plácida, los colores tan vivos y el ambiente tan rico que me quedé con deseos de otra probadita de mar.

Desde el viernes anunciaron lluvias para todo el fin de semana y ese sábado en la mañana algunas goticas amenazaban pero realmente nunca llovió. Llegamos como a las 7 de la tarde y aunque estaba perfectamente claro, ya no había ni un poquito de sol. Ya dije que no soy amante a rostizarme pero quería un poquito. El mar estaba muy picado y gris pues había mucho aire y el cielo estaba algo nublado. Decidimos no bañarnos pero si jugamos voleibol.

Es increíble como el cuerpo recuerda y poco a poco uno domina más el balón aunque al poco rato comienzan a doler todos los músculos. Mi tuti se lanzó de rodillas a salvas una pelota difícil y se ralló la piel, pobrecito! Aún así nos divertimos y hasta la filmación de un video musical presenciamos. Había mucha gente en la playa, incluso a esa hora y había un grupo de jóvenes jugando fútbol americano. Nos quedamos observando pero nunca entendimos de qué iba.

Luego nos tendimos en la arena a mirar el cielo y le canté dos canciones a mi amor. Era inmensa la tranquilidad aunque la arena seguía igual de molesta que siempre. Conversamos un poquito y al rato decidimos volver. Recogimos nuestras cosas y caminamos por la arena, de regreso. Más adelante, sentado en la arena, completamente vestido y hasta con una mochila a la espalda, un muchacho joven jugaba con un bebé que tendría apenas un añito pues caminaba dando tumbos.

El infante vestía un monito rojo gracias al cual lo divisamos en la distancia y tenía una pelotica que manejaba con destreza amén de ser un bebito. Nos fuimos acercando y les pasamos por al lado y el niño (o niña pues nunca supimos) se me quedó mirando y comenzó a reirse y a hacernos gracias. Arian me dijo «mira tuti como te mira» y le hice señas con la mano. Me respondió con una carcajada y también dijo adiós. El muchacho miraba al bebé y sonreía también.

Así caminamos durante un rato y cuando ya no mirábamos hacia atrás, escuché un gorgeo, un llamado en lengua bebé y me viré de nuevo. El pequeñín me miraba desde lejos y seguía llamándome. Me dio mucha gracia y recordé que tengo sangre para los niños. Donde quiera que voy y hay uno, les llamo la atención y siempre quieren jugar conmigo o que los cargue. Se lo dije a Arian y además agregué que a mi me gustan pero no tanto como yo a ellos y él se rió. Él si que los adora.

Seguimos caminando y finalmente salimos de la arena. Aunque el bebito se quedó allá lejos, no se me olvidó su carita redonde de cachetes colorados y labios pequeñitos. También recuerdo su vocecita y sus griticos tan graciosos. Me pareció un bebé precioso y muy ágil, inteligente. Aunque no dije nada más, aún lo recuerdo, no sé por qué…

Tal vez ya va siendo hora de que le ponga a mi vida esa música que es la risa de un hijito.