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*A mi madre…

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A mi madre – José Martí

Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.

Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.

A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.


A nuestros viejos…

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Mi abuela

Nuestros viejos no son eternos y aunque nunca pensamos en esas cosas, un día nos tendrán que dejar. Cuando hablo de viejos me concentro en los abuelos pues por mi edad, mis padres sin jóvenes y fuertes y me los imagino octogenarios.

Yo sé que todo el mundo no piensa igual pero al menos yo venero mucho a esos viejitos. Juro que se me enternece el alma cuando veo a un ancianito. Surten un efecto en mí que ni los bebés provocan. Y es que sobrevivir tantos años a esta vida de mierda, y sobre todo con tanta dignidad, es un acto heroico. Eso me merece mucho respeto.

Pero al final, la jodida vida se va llevando de poco en poco a todos esos angelitos arrugados a un lugar mejor, a decir de muchos, pero la verdad es que nunca se van. Se quedan en cada rincón de nuestra casas, en cada cuento de la niñez, en cada olor del pasado.

Y yo miro a mi alrededor y pienso que puedo sentirme dichosa pues mi angelito aún existe. Y allí está entre sus matas del patio, con sus libros y tarecos guardados, pensando en mí y en quién sabe cuántos más recuerdos que se le borran poquito a poco de sus oxidada memoria. Y yo estoy lejos y ella no quiere dejar su pedacito y por ley de la vida yo tengo que vivir caminando hacia adelante no hacía atrás.

Pero la quiero y la añoro y también pienso mucho en ella. Entre tantos otros sueños de un futuro que quiero, mis recuerdos del pasado, casi todos tienen su matiz personal. Casi toda yo soy un producto de lo que construyeron sus manitas viejas y doloridas. Casi todo lo que pienso viene de lo que me enseñó ella de la vida.

Soy quien soy gracias a mi abuela y no me veo en un mundo donde ella no exista pues el mundo lo inventó ella para mi. Larga vida a mi abuela y a todos los abuelitos del mundo, en su pedacito de tierra o en su pedacito de cielo.

Larga vida!!!

A mi amiga Thais y a nuestra abuelita Chuchita,
que descance en paz
y por supuesto, a mi abuela Águeda.


La vida es una mierda…

Me fui a Cuba, esta vez por una semana, llena de inspiración, planes y expectativas.

Este de mi tercer viaje y el primero con tiempo suficiente para disfrutar Cuba. Lo planifiqué para luego del 14 de Febrero para poder pasarlo con mi amor aquí pero para estar presente allá en la semana de la Feria del Libro. También planifiqué visitar Santa Clara para conocer a la familia de mi amor y pasar tiempo con mi camarero del alma. Esta vez también mi queridísima Maday estaría presente. Tenía todos los teléfonos de amistades leales y antiguas a las que quería visitar por fin. Qué más se puede pedir para ser feliz?

Eso pensaba yo pero la vida, – y la gente sobre todo – siempre cabrona, te cambia los planes o mejor, te hace cambiar los planes.

Entonces, solamente pude ir a Santa Clara aunque el tiempo con camarero es algo que nos debemos aún. La Feria del Libro tendrá que seguir esperando por mi al igual que los amigos, siempre pacientes. Mi Maday estuvo, llorosa de vez en cuando y se escapó furtiva y de madrugada para no decir «adiós». La semana se convirtió en 4 días y el amor y la nostalgia y los buenos recuerdos se convirtieron en bilis dentro de mi boca.

Se que Cuba no tiene la culpa pero uno asocia las experiencias a los lugares y es una lástima que lo que 20 años viviendo allí no pudieron corromper se haya ido a la mierda en 4 puñeteros días de mierda.

Pero los quiero…


Crónicas de mi abuelita – 3

abuelaMi abuelita y yo – Mayo 2013

¿Leones? Esas son cosas de tu abuela!

El abuelo Pepe

Mi abuelita es lo más lindo que yo tengo en la vida; creo que ya lo he dicho antes. Una de las razones, entre muchas, es que mi abuela siempre fue muy creativa conmigo. Gracias a mi abuela yo puedo decir que crecí llena de historias, de fantasías y personajes mágicos. Ella, con su dulce hacer, formó a la mujer sensible e imaginativa que soy.

Cualquier madre o abuela, cuando los niños no quieren comer, le dicen que la cuchara es un avioncito y cosas así. Mi abuela me regaló dos gigantes que viven en un castillo; uno que come monedas y otro que no se llena nunca. Ella nos llevaba a mi primo Raulito y a mi al Museo de Ciencias Naturales, cuando estaba en el ala oeste del Capitolio y nos decía que no tocáramos nada y yo, chiquitica y del mamey, cuando apenas comenzaba a caminar y hablar, le decía a mi primo, muy seria: «Agüito, manito atrá». También nos llevaba caminando desde la Virgen del Camino hasta la casa en San Francisco pues siempre ha sido una caminante incansable.

Mi abuelita estaba casada con el abuelo Pepe cuando yo nací. El abuelo Pepe no era mi abuelo, mi verdadero abuelo murió cuando mi mamá era pequeña pero el abuelo Pepe llegó después de muchos años. Lo recuerdo vagamente pero sé que era un mulato de cara dulce y cabello cano – siempre tuvo canas, en mi recuerdo nació siendo viejo. Era muy bueno y yo lo quería mucho pero eventualmente la relación terminó y el abuelo Pepe se fue.

Yo tenía como 3 o 4 años solamente pero lo extrañaba mucho y me resultaba muy raro que mi abuelo no estuviera más. Todos los días le preguntaba a mi abuela «¿y el abuelo Pepe?» y mi abuela me inventaba excusas simples de abuelas simples pero yo no me quedaba convencida. Así le preguntaba casi a diario, dos y tres veces por día y mi abuela seguía dándome respuestas que todas las demás abuelas usaban para tranquilizar a sus nietos y yo seguía, insistente.

Un día mi abuela me llevó al zoológico y justo en frente del foso de los leones regresó la pregunta, «abuela, ¿dónde está el abuelo Pepe?» y supongo que le colmé la paciencia pues mi abuela siempre dulce me soltó un «¡No me preguntes más por el abuelo Pepe, niña! ¡Mira, al abuelo Pepe se lo comieron los leones!» que me dejó de piedra. En ese momento comencé a llorar y la tomé con un león flaco y mudo que descansaba. «León malo, ¿por qué te comiste a mi abuelo Pepe?» pero no se habló más del tema.

Supongo que aquella respuesta, digna de mi abuelita, satisfizo mi curiosidad y como niña al fin, nunca más pregunté por el abuelo Pepe pues mi abuela me convenció. Tampoco lo lloré más pues los niños olvidan rápido y nunca se me ocurrió que aquello fuera algo malo.

Entonces un día, a mis catorce años, golpearon la puerta en mi casita de San Francisco de Paula. Ya mi papá se había ido y mi abuela vivía en La Víbora. Cuando abrí la puerta, un anciano mulato de cara dulce y cabello cano que me resultó muy familiar me miró con una sonrisa amplia en los labios. Mi mamá que estaba conmigo lo saludó efusiva y luego de besos y abrazos me dijo, «niña, es el abuelo Pepe» y yo, automáticamente y como si destapara un corcho apretado le dije: «¿el abuelo Pepe? ¡Pero si a ti te comieron los leones!»

El abuelo Pepe se echó a reír a carcajadas y me dijo: «¿Leones? Esas son cosas de tu abuela.»

Ese día hablamos mucho y fue muy lindo. Desafortunadamente el abuelo Pepe estaba enfermo de cáncer y murió poco después; nunca lo vi después de aquel día.

Ya mi abuelita no es la misma. A sus 73 años es mucho lo que recuerda pero también lo que olvida o confunde y hace las mismas historias una y otra vez como si ya no las supiéramos. Pero esa viejita de piel de pasa y ojos húmedos es lo más lindo que tengo y gracias a esas cosas suyas siempre tendré historias que hacerles a mis niños, cuando lleguen.

Por eso, si a algo debo agradecer este día de gringos es a mi abuela y a la vida por regalármela. No todo el mundo tiene una abuelita dueña de gigantes que hacen a los niños comerse toda papa y de leones que se comen a los abuelos cuando se portan mal.


Antisocial…

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El auténtico amigo es el que lo sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo.
Kurt D. Cobain

No me gusta el cambio. Soy, no se si afortunada o desgraciadamente, un animal de costumbres.

No confío en la gente. No juzgo a primera vista. Observo y saco conclusiones. Someto a un exhaustivo examen a cada persona con condiciones para interactuar conmigo y finalmente desapruebo al 99.9%.

Soy exclusiva, arrogante y arisca y no, se que así no soy feliz del todo pero lo sería mucho menos si aceptara a brazos abiertos a todo aquel que pareciera en mi camino.

Creo que estoy muy vieja ya para ir por el mundo buscando algo que no existe, o mejor, que ya existe pero en su propia dimensión y sin que yo pueda, ahora mismo, alcanzarlo ni con la punta de mis dedos.

Creo que encontrar amigos es como buscar agujas en un pajar de espinas y creo que confiar en la gente conlleva mucho corazón y creo también que se necesitan muchos años para probar a un amigo y su valía.

Y como yo no soy una buena amiga mejor no someter a otros al suplicio. Temerme de amiga es tener un parásito que alimentar pues yo no pido poco. Necesito mucho de quien me quiere y aunque no lo pido lo tomo cuando quiero y porque quiero.

Tenerme de amiga es difícil pues hay que aprender el lenguaje de las miserias, de los sueños rotos, de las desilusiones para poder comprender lo que dicen solo mis ojos. Tenerme de amiga no es fácil ni bonito, por eso sólo algunos, tan jodidos como yo, tienen esa fortuna… o desgracia.


Cuarto de siglo…

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La vida está llena de fechas importantes. El primer año, el primer día de escuela, la graduación de 9no grado, los 15, el día de la boda, ect. Bueno, pues para mí el cumplir 25 años, llegar al cuarto de siglo, es muy importante. Siempre lo he esperado como algo especial. Cada vez que lo recuerdo le digo a mi tuti «cuando cumpla 25 me empiezo a echar cremas para no ponerme vieja», jajaja!

Pues este cumple me lo pasaré en Cuba con mi familia. Desafortunadamente mi amor no está. Tampoco mi camarero, ni Maday ni Kike. Tendré solo a mi abue y mi mami pues los demás, por un motivo u otro no pueden llegarse a San Francisco el 23 de mayo.

Como ahora que me leen estoy en Cuba, no podré contarles cómo fue todo hasta este fin de semana pues las vacaciones me duran hasta el viernes.

De todas formas, aprovecho para mandarle felicitaciones a Rodo y al Carlos Luis de Ley. Los tres compartimos fecha 🙂

Un beso grande y espero encontrar esto lleno de felicitaciones cuando regrese o me pongo BRAVA!!!


Cuba y una hedonista…

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Tu casa puede sustituir al mundo; el mundo jamás sustituirá a tu casa.

Proverbio alemán

 

Dicen que Cuba es un estado de ánimo… creo que es cierto.

Un viaje relámpago fue lo que programé, no le dije a nadie hasta última hora pues me he anunciado tanto como la coca cola y al final, nunca llegaba.

A mi abue, mamá y mi padrastro los cogí fuera de base pues estaban en medio de una construcción y el mismo día que llegué estuvieron pintando hasta que se montaron en el carro para irme a buscar. A Maday y Dayani las agarré de sorpresa pero igual tenían que venir a la Habana para el sábado después así que la hice adelantar el viajecito. Al camarero lo hice dejar asuntos de familia delicados e importantes para correr a mi encuentro y retirarse al día siguiente. A mi cuervo del alma lo hice perder un día de trabajo pero creo que valió la pena aunque hubiera querido abrazarlo más. A Deyma la hice ir a trabajar con el sueño de una noche (madrugada realmente) en G, cogiendo frío y sereno. Pepe al otro día tenía clases y no se abrigó suficiente. A Alecito se le pasó la parada y tuvo que salir del monte en el que vivo (San Miguel del Padrón) para regresar a su 10 de Octubre solito. Mar y Rafa me esperaron pero llegué tarde y se fueron, otra vez será. Los demás, me dejaron quemaísima 🙂

Llegué con la garganta medio cómica y a las 2 horas ya estaba ronca, ronquera que me alejó del canto aunque no de la cháchara, amén de tener que llegar a trabajar hablando por teléfono, jejeje! Pero valió la pena!

Fue muy lindo pues mi mami, abue y padrastro estaban esperándome. Pero no solo ellos, mi hermanita Maday y cuñi D también. Al pimero que divisé en la multitud fue a Karasu. Estaban también Julito y mi suegro. Nos fuimos del aeropuerto a conocer a la familia política en Alamar y de ahí a mi San Fco de siempre. Nos encerramos en mi casita que es bien pequeñita y aunque, éramos muchos, nos la arreglamos para sentirnos bien – o al menos yo me sentí muy bien. Julito amenizó con juegos mientras los vejetes dormían. Se me fueron él y Karasu en la mañana pues el segundo día era para mami y abue.

Como a todo cubano que va para allá desde la yuma, no podía faltarme el drama. Me acosté a dormir por 2 horas y mi abuelita – de 72 años – se me escapó en una guagua para la Víbora porque tenía que buscar el pan. Por otro lado, mi mamá montó en cólera porque mi padrastro se fue a trabajar y no quería ir a ningún lugar conmigo pues le dolía la cabeza. Realmente fue un ataquito de cul* que le dio, mezcla de celos y obsesiva posesión. Si, tuve que ponerme soez y por un momento, hasta recuperé la voz mientras me defecaba en todo el mundo y gritaba que si no se ponía pa’ las cosas me iba pa’l carajo – queriendo decir aeropuerto – a esperar el condenado – usé palabras más fuertes, créanme – avión para regresarme aquí.

Bueno, es normal, siempre pasa y todo el mundo se relajó y finalmente anduvimos la Víbora y San Fco en guaguas de a peso y máquinas de alquiler. Es raro que casi no comí nada, supongo que el catarro me tenía inapetente y solo hice 3 comidas en todo el tiempo que estuve allí.

La segunda tarde me cayó Kike. Solo escuché los gritos desde la acera y cuando salí a abrirle la reja que estaba cerrada ya el brincaba – a 2 metros y medios de altura – para cargarme y abrazarme y llenarme toda de besos. Con Kike fue muy lindo pues es el único con el que no he podido comunicarme en 3 años y medio pero sentí su calor como el día que me vine para acá. Somos muy compatibles y nos queremos muchísimo. Para qué decir que fue el único que me hizo llorar un poquito; él es muy sensible.

Esa noche todo el mundo se portó bien y como a las 10 nos fuimos Kike y la novia, Maday, D y yo rumbo a la parada para irnos a G donde Karasu estaría esperándonos, junto a los que aparecieran. La espera fue larga pues el transporte cada vez está peor y finalmente nos fuimos en una máquina hasta la Habana y de ahí otra hasta el Vedado. Allí estaban el cuervo, la pequeña Deyma, el delgado pepe y el encantador Ale.

Al verlos fue como si los conociera de toda la vida, como si nos hubiéramos visto en la tarde y así me sentí todo el tiempo. Hablamos, dimos chucho, jugamos nuevamente a los juegos del camarero y traté de abrazarlos un poquito a todos pues tenían mucho frío y yo no, amén del catarro. Cuando salí de la casa estaba medio afiebrada pero me sentó tan bien la presencia de mis amigos que regresé sintiéndome mejor que nunca.

Volví a acostarme 3 horas hasta que mi mamá me despertó para ir de nuevo a Alamar a darle la vuelta al suegro y hacer fotos de la familia para mi amor. De ahí corriendo al Vedado a comprar un águila que terminó siendo Pegaso para mi tuti y Habana Club 7 años, que nunca puede faltar. Almorzamos en la paladar Mesón de Sancho Panza pero comí poco pues ya el catarro, el agotamiento y el malestar podían más que yo. Me dio fiebre sentada allí y realmente solo quería irme ya, quería que mi tuti me cuidara, quería descansar. De veras, de ánimo ya no me sentía bien y el malestar físico era insoportable.

La despedida fue normal, rápida, nadie se quedó triste o eso me hicieron creer. Yo no me fui triste, claro que no. Venía en el avión pensando en el regreso, en lo bien que me sentó el reencuentro y en lo lindo que es mi país.

Llegué la noche de Thanksgiving y Arian estaba como loco pues esos 2 días y medio sin mi no pudo dormir de tanto extrañarme. Nos fuimos a casa de Yusmel que había hecho un pavo exquisito con un sweet potato casserole que es como un puré de boniato amarillo del que hay mucho aquí pero que lleva almendras y una tonga de cosas más. Comí con mucho gusto y nos fuimos enseguida. Me bañé como si viniera del desierto y caí en la cama como una piedra.

Hoy, casi 2 semanas después, siento mucha alegría en mi corazón pues Cuba me sanó y no puedo esperar a volver.


Porque soy de ustedes…

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Mi Habana

Aquello que sale del corazón, lleva el matiz y el calor de su lugar de origen.

Oliver Wendell Holmes

Gracias!

Quiero darte las gracias porque verte, abrazarte, escuchar tu voz me ha ayudado muchísimo. Desde que vine a este país he sufrido mucho la ausencia de los míos, de lo mío y esas escasas horas que pasé entre el humo asfixiante de los carros, el polvo de las construcciones, el frío, el catarro y ustedes me ha devuelto la risa.

El mejor amigo de Arian llegó del Salvador hace 2 días y aún no lo hemos visto pues entró por Mexico y aún no llega aquí pero, me siento tan feliz y hoy le comentaba al tuti que si no había notado mi cambio al volver de Cuba. Mis últimos meses allí fueron hermosos, los mejores de mi vida hasta hoy pero quería irme, moría de ansias por conocer «la yuma», por mejorar, por crecer, por volverme persona ya que en Cuba es muy difícil mantener el estatus de ser humano por culpa del sistema. Aún así, ustedes, nosotros, los cubanos, mis cubanos, somos los mejores seres de este mundo y no lo digo con arrogancia ni con autosuficiencia. Hablo de la calidad humana, de la resistencia, del ansia de mejoramiento, del hambre de crecimiento. Hablo de la inteligencia, de la capacidad de adaptarnos, de la capacidad de mantenernos puros adentro amén de la necesidad, de la precariedad en la que nacemos y crecemos.

Al regresar me sentí humilde, me sentí más sencilla que nunca. Sentí felicidad al meterme en un bache frente a mi casita, sentí felicidad al respirar la decadencia de mi país y de mi gente. No sé por qué me sentí así, supongo que fue el reencuentro con mis raíces, con mis orígenes, con el ambiente y las circunstancias que me convirtieron en la mujer que soy.

No voy a mentir, al segundo día ya quería volver pero al mismo tiempo me quería quedar. El camarero (Mi amigo Julio César) me decía siempre que cuando volviera me daría cuenta de que nunca perteneceré a los Estados Unidos de América pero que ya tampoco sería de Cuba. Lamento contradecirte querido mío, pero fue todo lo contrario. Lo que sentí fue que ahora mi amor se divide. La mayor parte está en mi tierra, de la que me siento más dueña que nunca pero ahora también conozco el sentido de pertenencia de este lado que me ha recibido de brazos abiertos – aunque con espinas. Soy de los dos lugares y no creo nunca perder ese sentimiento.

Quiero volver… mucha gente que conozco me dice que a Cuba solo porque tienen a sus padres o porque no les queda más remedio pero que si dependiera de ellos se irían a conocer mundo y jamás pondrían un pie en la propia patria. Yo cambié mi manera de pensar y solo quiero regresar, todas las veces que pueda porque cada viaje será aire para mis pulmones, gasolina para mi alma, camino bajo mis pies… la fuerza para seguir adelante.

Y ya terminando antes de empezar a echar mocos, espérenme pronto pues quedan muchas historias por vivir y por contar.