Archivo mensual: febrero 2012

Sueño mortal…

Hace días que tengo una erupción en el pecho y en la cara y sé que es alergia a algo que comí pero no sé descifrar qué la desató ya que en mi casa todo el mundo come lo mismo y yo soy la única afligida.

Cuando almorcé me tomé 2 benadriles que vienen en un paquetico amén de que me advirtieron que me quedaría dormida. Aquí estoy, escribiendo y arriesgándome a poner algo indebido por el estado de high que experimenta mi cerebro ahora mismo.

No me gusta esta sensación, no me gusta como comienzan a pesar los miembros más de los normal, ni me gusta  que la lengua se me enrede sin dejarme pronunciar alguna palabra coherentemente. No me gusta que se me cierren los páspados y tornarme densa, pesada pero a la vez ligera. Sip, mi cuerpo se siente muy abundante y muy pesado pero mi mente vuela y se desprende de mi.

Me quedan 3 horas de trabajo – que debería coger por enfermedad e irme a mi casa – que se tornan eternas y quiero entregarme a mi almohada sin remordimientos.

Por eso no bebo, no entiendo cómo alguien gusta de sentirse así, tan a la deriva, sin control sobre nada, sin poder sobre sí mismo o los otros.

No vuelvo a tomar benadril a no ser para dormir en las noches.

PS: soy testaruda, por eso me los tomé.


*Hexaedro Rosa – II

No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

Paulo Cohelo

Rubén Martínez Villena – *Hexaedro Rosa

II

Tu amor irrumpió en mi vida como se cuela una ráfaga por una ventana abierta. Todos mis papeles se alborotaron y en un vuelo de espanto se deslizaron bajo los muebles y hacia los rincones. ¿Qué has hecho revoltosa?…¿Cómo penetras sin permiso?…No quieras irte. He cerrado cuidadosamente la ventana y no te dejaré hasta que arregles lo que desordenó tu travesura. ¡A ver si recoges aquel recuerdo mío y me traes esas cuartillas de la historia triste y el cuento ese que aún no he terminado, y aquella esperanza que germinaba bajo mi frente cargada hace un instante por estos pensamientos que han quedado aquí a mis pies, truncos y revueltos¡ ¡Qué maremágnum has ocasionado con tu entrada! ¡Anda, obedece!…

Y mientras te digo todo esto tú estás ahí, de pie, en el medio de mi alma, con mi más vieja tristeza bajo el tacón de tu zapato, diciendo a mi severidad con una sonrisa divina: -Indudablemente, nada hay más descortés que un rayo de sol…. Y lo peor del caso -¡atrevida!- es que pareces muy satisfecha de que haya cerrado mi ventana.


*Hexaedro Rosa – I

Now that I finally realised you are my home ,you are my life. I need you, I guess I loved you.

Lara Fabian –  I guess I loved you

Rubén Martínez Villena – *Hexaedro Rosa

I

¡Te amo!…
A tu lado, o en tu ausencia; en la realidad o en el sueño; en la intimidad del rincón amable o ante el formidable arrullo del mar; en la noche lunada o negra y punteada de estrellas interrogadoras; en el momento maravilloso y tierno del amanecer; en el estupor meridiano del día o en el pensativo crepúsculo de oro… En todos los sitios y a todas las horas te he dicho ya las palabras que creí no iba a pronunciar jamás.


*Killing me softly…

*Killing me softly – Colbie Caillat version

Strumming my pain with his fingers
Singing my life with his words
Killing me softly with his song
Killing me softly with his song
Telling my whole life, with his words
Killing me softly with his song

I heard he sang a good song
I heard he had a style
And so I came to see him and listen for a while
And there he was this young boy
A stranger to my eyes
Strumming my pain with his fingers
Singing my life with his words
Killing me softly with his song
Killing me softly with his song
Telling my whole life, with his words
Killing me softly with his song

I felt all flushed with fever
Embarrassed by the crowd
I felt he found my letters and read each one out loud
I prayed that he would finish
But he just kept right on

Strumming my pain with his fingers
Singing my life with his words
Killing me softly with his song
Killing me softly with his song
Telling my whole life, with his words
Killing me softly with his song

He sang as if he knew me
In all my dark despair
And then he looked right through me as if I wasn’t there
And he just kept on singing
Singing clear and strong

Strumming my pain with his fingers
Singing my life with his words
Killing me softly with his song
Killing me softly with his song
Telling my whole life, with his words
Killing me softly with his song


Ese animal llamado Hombre – III

Es verdad guardo rencor en mi corazón muy profundamente, pero el amor ha aprendido a cohabitar con él.

Luis Gabriel Carrillo Navas

¿De dónde nace el rencor?

He estado buscando por toda la web textos referentes al «rencor» y en ninguna parte dice nada concreto solo las ideas y palabrerías de mucha gente que no tiene bases científicas para nada de lo que dice. Según la RAE:

rencor.

(De rancor).

1. m. Resentimiento arraigado y tenaz.

Como no tengo referencias de entendidos en el tema para apoyarme, me limitaré a reflexionar sobre mis propias impresiones y con ellas exhortar al debate y así con mis impresiones y las de ustedes, tal vez lleguemos a algo más concreto.

A mi modo de verlo el rencor está siempre asociado a gente que queremos o solíamos querer – pero a mi no me crean todo lo que digo -. Muchas personas le guardan rencor a sus familiares más cercanos, ejemplo, los padres. Conste que no generalizo y que me baso en mis propias y personales experiencias.

Desde pequeños nuestros padres tienen el deber de ayudarnos a formar nuestra personalidad. Tienen que amarnos, cuidarnos, alimentarnos, vestirnos, educarnos y otros tantos deberes como ya dije, morales. Nadie está preparado para ser padre cuando le toca así que no todos hacen un papel estelar. También está el egoísmo que nos caracteriza a los hombres y entonces, incluso cuando tenemos los mejores padres del mundo, podemos no reconocerlo y esperar algo diferente de ellos. Como hija que soy, estoy consciente de que podemos guardarle rencor merecido e inmerecido a nuestros padres, por ser los mejores, los peores, regulares, normales o por cualquier motivo desconocido gracias al misterio de la psiquis humana.

No puedo decir lo mismo de los padres con respecto a los hijos pues aún no soy madre y mi manera de ser me condiciona mentalmente a creer que ningún padre podría llegar a sentir rencor por lo único que es un poquito suyo: un hijo. No me cabe en la cabeza que el único fruto de tu interior pueda merecer o tan siquiera inspirar algo tan doloroso y corrosivo como el rencor. De nuevo, no soy madre y esta es mi manera de pensar pero puede suceder que me equivoque. El ser humano es un animal la mar de raro.

Sentimos rencor hacia nuestros hermanos mayores por haber venido primero y por tener nosotros que seguir su ejemplo, superarlos, aguantar que nos sopapeen o nos guíen, creyéndose segundos padres y siendo siempre los número uno. Le guardamos rencor a nuestros hermanos menores porque son los pequeñitos, los que no saben, los que deben ser cuidados y educados por nosotros, a los que hay que servirle de ejemplo en la vida, los que dejan a nuestro cuidado cuando nosotros mismos aún somos niños. Ese chiquitín llega a robarse el amor – hasta hacía muy poco exclusivamente nuestro – de nuestros padres y hasta los caramelos.

Así podemos sentir rencor por cualquier miembro de la familia y por razones disímiles, sobre todo cuando el vínculo emocional que nos une es mucho más fuerte que el de sangre mismo. Así nos resentimos con primos, tíos, abuelos, hermanos, padres e hijos – si estoy equivocada -.

Otro que también desata el rencor es nuestro amigo, ese que nos ama y a quienes amamos muchísimo y tenemos la bendición de hacerlo porque así lo escogimos y no por estar programados genéticamente para hacerlo. Ese buen amigo también nos provoca rencor de vez en cuando aunque generalmente de todo el gremio familiar – los amigos son tan o más familia que la propia familia – es el que menos ponzoña nos hace soltar, precisamente porque lo escogimos y si lo escogimos, por algo fue. Los amigos son esos hermanos que escogimos porque son perfectos para ser el amor de nuestras vidas pero entre ellos y nosotros no hay suficiente morbo como para tener una relación carnal. Aleluya! me quedé vacía con esta reflexión! 🙂

Y así llegamos a ese/esos ser/seres que más morbo… ejem! rencor era el tema, no? anjá! el ser que más rencor puede desatar en cualquier ser humano y denominémoslo AMANTE para no caer en que si novio, amigo complaciente, pareja, esposo, marido, prometido, chulo y entonces hay que darle la vuelta para complacer a los hombres y vamos con chula, prometida, mujer, esposa, pareja (este me gusta porque it fits everybody o.o), amiga complaciente, novia y mil formas más de llamar a esos bichos tan adorables una vez y tan ·!»$%%·»·$!!·»$%&&(^P=)/&%» en su momento dado. Ufffffffff! 🙂

Decía que un amante es el ser más adorable pues al enamorarnos (y vamos a hablar del amante al que amamos no al amante al que solo nos pasamos por la piedra – léase templamos, fornicamos, cepillamos o como mejor lo entiendan – esa persona se vuelve el centro de nuestro mundo. He aquí los síntomas del enamoramiento, según Wikipedia:

  • Intenso deseo de intimidad y unión física con el individuo (tocarlo, abrazarlo, relaciones sexuales…)
  • Intenso deseo de reciprocidad (que el individuo también se enamore del sujeto).
  • Intenso temor al rechazo
  • Pensamientos frecuentes e incontrolados del individuo que interfiriendo en la actividad normal del sujeto puro.
  • Pérdida de concentración.
  • Fuerte activación fisiológica (nerviosismo, aceleración cardíaca, etc.) ante la presencia (real o imaginaria) del individuo.
  • Hipersensibilidad ante los deseos y necesidades del otro.
  • Atención centrada en el individuo.
  • Idealización del individuo, percibiéndo sólo características positivas, a juicio del sujeto.

Entonces, con esa sensación de constante high que denominan los científicos como euforia – a mi me gusta más llamarlo high pues es casi el mismo efecto de estar drogado y perdido pero de amor – solo vemos lo bueno e increíble que es nuestro amante y todo es perfecto y los colores de nuestra vida se vuelven primaveras y los pajaritos cantan y las mariposas anidan en nuestro estómago y somos felices. «Just a touch of yours and I fly» como dijera Lara Fabían en You’re not from here. ¡Qué cursi! jajajajaja!

Claro que este idilio nos dura mientras que esa otra persona nos quiera de vuelta y no haga de las suyas. Hasta ese momento todo es perfecto pero al más mínimo acto del individuo que nos hiera – no que nos moleste o cabree, eso se pasa rápido, no, no… que nos hiera, que duela en el corazoncito – entonces ese ser adorable y propietario de remolinos de mariposas de colores y de cantos de pajaritos y de olores y sabores mágicos a caramelos se torna el (//$!%·=%$!»·&%&/(«·$%&/ MÁS GRANDE SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA Y QUEREMOS MATAAAAAAAAAAAAARLO POR )=!$»·!»·$»·(%/&%/(=?=(

Bueno, a ver, es por etapas claro. La primera vez que nos hieren es la que más aguda se siente en el corazón pues es el primer pinchazo y ahí nuestro ideal de individuo se nos muestra finalmente como humano y no divino. ¡OH! ¡Qué insulto a nuestro juicio! Y comenzamos a odiarnos a nosotros mismos por creer que ese cretino (ya basta de /%&$%»)=»% que cansa) era un ser especial, digno de nuestros suspiros y pensamientos más dulces. Entonces sufrimos nuestra primera decepción y he aquí otra gran reflexión que se me acaba de ocurrir y me ha dejado más vacía que la anterior:

Cuando sufrimos la primera decepción, ahí comienza a derrumbarse la relación.

Por supuesto que ese no es el tema ahora, pero solo acotaré que cada relación es distinta y el tiempo de derrumbe puede durar minutos, días, meses, años y hasta toda la vida. Te puedes morir y quedarse la relación aún pendiente de un hilo cuando ya tu eres comida de gusanos. Como sea, sigamos con el rencor.

Esa primera decepción es altamente perdonable pues los seres humanos somos fanáticos al perdón y devotos del masoquismo sentimental. Entonces viene él y te dice que te ama, que lo perdones, que todo lo que han vivido no puede irse por la borda y te regala flores, te compra una cómoda, te pinta el cuarto, te hace el mejor amor de tu vida – te tiempla como nadie te ha templado antes pues eso del «mejor amor de tu vida» suena a todo menos a motherfucking GOOD sex – y te lleva a comer, te deja exprimir una tarjeta de crédito, te da una sorpresa o simplemente te textea un «mi reina», «mi amor», «mi tuti» o cualquier guanajería de esas que tanta revoltura de estómago nos da con la cabeza fría pero que nos derrite cuando viene del amante/cretino que adoramos/tenemos-ganas-de-roper-en-pedazos. Entonces le damos un beso de esos demorados, amorosos que dicen «quédate siempre conmigo» y olvidamos el incidente.

Y ahora perdonen mi cinismo pero, la vida no es color de rosas y mis segunda reflexión fue aún más certera que la primera y como ya quedó claro, la relación comienza a resquebrajarse. Y él comienza a cagarla más a menudo y a usar todo su repertorio en materia de reconciliaciones y tú de tonto sigues sufriendo y perdonando, él te hiere y tu lloras/perdonas… de nuevo te hiere y tu lloras/gritas/pataleas/borras-su-número-o-no-le-hablas-en-dos-días si es tu marido/perdonas… y el ciclo es eterno y las posibilidades infinitas y se vuelve un círculo vicioso en el que dicen que cada reconciliación es mejor que la anterior y que el sexo de reconciliación es AWESOMEEEEEE! – a mí no me crean, yo no sé, nunca he tenido sexo de reconciliación, si reconciliaciones y sexo, pero nunca mezclados, so… – pero mientras el palo va y viene, la relación se ha ido por el caño y llega el día en que ya no hay remedio.

Ese amante que un día fue ideal es el mayor cabrón de la historia y no puedes tenerlo delante porque LE RAJAS LA CABEEEEEEEEZA AL CONDENA’O! y fin de la historia feliz. No me voy a detener en reflexionar sobre esos que llegan a construir un hogar/matrimonio/familia e incluso tienen hijos porque entonces escribo una novela y no un post. Para ellos ha de ser incluso más difícil y el rencor les hierve en el estómago cada vez que el desgraciado viene a buscar al niño los viernes y lo trae el domingo. ¡Qué horror!

Bueno, luego de tan entretenida verborrea a cerca del rencor y de dónde nace, me queda claro que no sabemos de dónde nace pero las causas pueden ser las decepciones y las mayores víctimas los amantes.

Interesante, cierto?

PS: no me fajé con el Tuti y si usé alegorías fue para hacerlo más simpático, la idea era esa, reírnos… lo logré? lo mío es el erotismo no el humor pero se hace lo que se puede 😀


El poder silencioso de unos labios…

y si beso la osadía 
y el misterio de tus labios 
no habrá dudas ni resabios 
te querré más 
todavía.

Mario Benedetti – Todavía

Labios que duelen.

Una controversial y alocada idea invade mi cerebro cuando leo que en las uñas de una mujer hay más potencial que en los labios. El texto y la idea me sugieren dolor. Si, vinculo la idea de las uñas al dolor que pueden causar comparadas a la mórbida suavidad (con todo y redundancia) de unos humectados y brillantes labios de mujer.

Enseguida asocio los labios a una mordida que puede ser ampliamente más dolorosa que un arañazo y al papel que ellos pueden desempeñar en el juego.

«Los labios suavizan la mordida. Los labios envuelven la mordida», pienso y sonrío.

Más ideas vienen a mi mente…

Los labios untan de saliva la mordida y deslizan el dolor – o el placer – a lo largo de la superficie torturada – o bendecida -. Los labios seducen de una manera única y se ayudan de sus cómplices: dientes, lengua, dedos… Unos labios inteligentes y taimados pueden llegar a mover montañas, a levantar pináculos de sangre y carne, a crear vida o a desperdiciarla a chorros. Unos labios negados en forma de beso pueden dolor en el alma, el ego y la ingle.

No sé, tal vez logre convencer a alguien de que unos labios, no cualquiera, unos con potencial, unos embrujados, unos temerarios, unos arrolladores, unos que encajen con estrellitas en el prototipo de belleza femenina y que pertenezcan a una hembra que asuste… esos labios no deberían ser infravalorados.

Qué creen??


Una niñita en La Víbora – VII

Siempre he tenido la sensación de que todos estamos más o
menos solos en la vida, sobre todo en la adolescencia.
Robert Cormier

Todos odian a Yesi.

Al terminar la primaria nos ubicaron basándose en nuestras direcciones. Yo vivía en la esquina de Carmen y Saco y en esta última, bajando tres cuadras, estaba la Primaria-Secundaria-Teatro Mariana Grajales. La Enrique José Varona, a donde fue Daniel pues vivía a una escasa cuadra de distancia, quedaba bajando por Carmen a tres cuadras también. Allá me fui con Yulima y Marian, una muchacha que conocí en 4to grado junto a Thais en esa misma escuela y ellas fueron mis «amiguitas» por ese tiempo.

No sé si ya les conté que la Mariana era la secundaria de la high-life y que cada chiquill@ engreíd@ – posteriormente adolescente y joven cretin@ – de La Víbora iba a parar allí. De esta etapa no recuerdo bien los nombres ni el grupo, solo recuerdo detalles desagradables y malos momentos; el cerebro olvida lo que le hace daño, supongo.

Yo siempre he sido diferente y ya hablé de los episodios de «todos odian a Yesi» que me han perseguido desde pequeña. El primero que recuerdo fue en san francisco – 3ro o 4to grado – cuando todas las niñas del aula se pusieron en mi contra y formaron «el grupito de la Chiqui» pues había una niñita muy bajita que era la líder o algo así. Todo fue porque me hice noviecita de un muchachito muy cotizado – noviecitos de nombre nada más – y él quería también con otra muchachita que andaba en ese grupito. El caso es que yo terminé con el chiquito pero me quedaron de enmigas las niñas, qué suerte la mía! Después de eso sucedió lo mismo cuando Daniel aunque la hostilidad allí se practicaba más diplomáticamente.

El tercer suceso y el peor fue en 7mo grado. Recuerdo que en esa aula habían algunos muchachos muy insoportables, detestables, abominables: Alejandro, Dennis y David. Alejandro era chiquitico y feo como el co*o de su madre y rubio pelado a la calabacita pero ya tenía esa expresión en la cara de delincuente juvenil aún proviniendo de una familia apoderada; era todo un déspota. Dennis era muy blanco y de pelo negro, gordito y apingustiante! Un día mis padres fueron a hablarle porque el acoso era constante y descubrimos que lo que tenía era un flechazo conmigo. Di tú! La edad de la peseta puede ser mortal a veces. David era alto, de nariz aguileña, bien parecido, un poco menos inmaduro que los otros pero cuando se unían era una catástrofe.

Recuerdo que les daba por prender alcohol bajo las mesas y lanzar por las ventanas a los carros que pasaban por Santa Catalina, condones llenos de agua u orine y tablas de las mesas que despedazaban. Eran despreciables pero no solo ellos, las muchachas también. Supongo que me chocó el cambio de primara a secundaria, de niña a jovencita. Las niñas del aula de Maritza eran muy coquetas pero eran niñas aún. Estas muchachas de 7mo grado se creían mujeres hechas y derechas y pretendían actuar como tal.

En este grado me odiaron de gratis pues seguía enamorada y soñando con Daniel – cosa que solo Yulima sabía – y no tuve ningún amorío así que no podían odiarme por un muchacho… creo. El caso es que el ambiente era opresivo y ese año no disfruté muchas cosas. Recuerdo que me refugié en los libros, la televisión, la música y los estudios. Siempre estaba leyendo y eso era algo que esa horda de adolescentes maleducados no podían perdonarme. El ser inteligente y hermosa – aún con mi físico de niña ya que vine a usar sostén a los 14 años – era un pecado capital en esa dinastía casi salida de un parvulario.

Este año me hizo más callada y me recluí en mi interior. Comencé a madurar. Pasaba mucho tiempo en la sala de la casa de mi abuelita, rodeada de libros y libretas. Allí comía, allí jugaba, allí estudiaba, solo me iba a la cama a la hora de dormir. Escribía poesías sin parar y escuchaba mucho a Cristian Castro y Mónica Naranjo mientras aún lloraba a Daniel. Dibujaba e inventaba revistas, hacía cuquitas y soñaba que aquella no era mi vida.

También fue una etapa difícil porque estaba sola con mi abuelita. Mi mamá no vivía conmigo y la veía muy poco, su nueva ocupación era su esposo y la dependencia que tenía de él. Mi papá venía a verme entre semana y me llevaba a comer y a las tiendas, me compraba muchas cosas pero estaba muy ocupado cayéndole detrás a mi mamá y no me daba la verdadera «atención» que yo necesitaba. Mi abuelita hizo lo mejor que pudo y me mantuvo a flote, no me dejó caer.

Terminando el 7mo grado fue mi hermano a Cuba por primera y única vez. Mi papá hizo en dos semanas lo que no hizo en mis – hasta ese momento – 13 años. Puso ventanas y puertas de hierro y zinc galvanizado, pintó la casa y les dijo que no se preocuparan que él los iba a mantener los 15 días que estuvieran en Cuba – iban mi hermano con su madre y la otra hija de ella -. Yo estaba en pruebas finales y me recuerdo sentada en la puerta cerrada de mi casa, con mi uniforme y mi mochila al hombro, acabada de llegar sola de La Víbora, leyendo un libro para la prueba del día siguiente mientras esperaba por la familia feliz que no llegaba. Así y todo salí muy bien en las pruebas aunque no hubo química con mi hermano.

Él tenía 18 años y aunque su hermana era apenas unos meses menor que yo y se llevaban de los mejor, entre nosotros no se creó ni el más mínimo vínculo de afecto. Yo era una niña y no entendía por qué mi papá andaba detrás de ellos – se quedaron en casa de unos amigos suyos a dos casas de la de mi papá y mi hermano estaba medio enamorado de la hija de esos vecinos y no quería estar en mi casa – y quería que yo hiciera lo mismo. Yo todos los días iba y alquilaba de 5 a 8 películas y las devoraba frente al televisor. Me volví una adepta del cine y vi todo lo que estaba a mi alcance. El paso de mi hermano por mi vida fue intrascendente y así el 7mo grado se acabó, llevándose todas sus penurias consigo.

Pero vino el 8vo y fue aún peor.


Crónicas sobre mi abuelita – II

Mi abuela es un alma buena.

Primeros pasos.

Mi abuelita, aunque hoy tiene 71 años, también fue chiquitica y del mamey alguna vez…

Ella me cuenta que adoraba a su papá y que él era muy bueno. Nunca me ha dicho por qué se separó de su mamá pero bueno, las razones pueden ser diversas y todas conocidas; el matrimonio es así, eterno y aún efímero.

Me dice que cuando era pequeñita, su mamá le hacía una trencita y que un día al llegar su papá a casa ella estaba pelada bajito, como pelan a los varones. Lo tomó del meñique y lo llevó hasta su camita y debajo de la almohada, estaban la trenza y unas tijeras. Ella solita se había cortado el pelo y esperaba que su papá la protegiera de la madre, jejeje! Ni sé por qué se cortó el pelo, me imagino que son cosas de niños. También dice que se pasaba la noche llorando pues no le gustaba dormir en su camita y no paraba hasta que el padre la dejaba meterse en la cama matrimonial y dormir allí. Mi abuela adoraba a su «papito bueno», como lo llamaba.

También me cuenta que una vez murió un familiar y ella no tenía zapatos pues eran pobres pero en ese tiempo, la gente se ponía sus mejores ropas para eventos importantes. Sus padres mandaron a su hermano Israel a la tienda a comprarle un par de tenisitos para que ella pudiera ir al velorio juntos a sus hermanos. Lo curioso del asunto es que mi tío, que nunca fue muy brillante, compró dos zapatos del mismo pie y no se podían devolver o cambiar. Supongo que se compraron en algún tipo de rebaja que no admitía devolución y como el dinero escaseaba también, mi abuelita lloró más de lo normal en aquel velorio y no por el familiar muerto si no, por sus piecitos adoloridos 😦

También sé por ella que enseñó a caminar a su hermana mayor María. Ella se llevan como 11 meses y ya mi abuela antes del año caminaba como un rehilete ya que siempre fue activa y emprendedora. Su hermana por otro lado estaba gordita y vaga, no había aprendido ni a dar pasitos. Mi abuela, siempre un alma buena, la tomaba de las manitos y así la enseñó. Desde chiquita siempre tuvo mucha metodología.

Sus hermanos eran malditos y les hacían muchas maldades a ella y sus hermanitas. Me cuenta que a mi tía Masi la metieron en un tanque de agua vacío y le dijeron que para comerse un platanito tenía que acabar primero con la cáscara y allí la dejaron sola, en su tarea. También me cuenta que los hermanos se encaramaban en las matas de guayabas y ellas desde abajo les pedían «mira, esa! esa está madurita!» y ellos cogían la guayaba escogida diciendo «segura que esta?», «si, si!» y se sentaban con la hermosa fruta y la comían delante de los ojos de las torturadas hermanitas. Así era con las chirimoyas y una vez le lanzaron una muy madura a mi abuela que le cayó en la cara y comenzaron a decirle que «ay dios! el ojo se te está poniendo chiquitico! te vas a quedar ciega Aguedita!» y ella daba gritos asustada, jajajaja!

Una vez se le escapó a jugar a la abuelita que la estuvo criando un tiempo y se demoró mucho en regresar. Al volver, la abuela la esperaba en la rejita de la casa y la miraba sonriente. Ella se excusó cuando entraba y con la misma le ordenó al perro pastor que tenía «cógela» y tuvo que correr todo el campo con el perro persiguiéndola, hasta que la abuela se cansó de verla correr y le ordenó a perro detenerse. El perro era buenísimo pero cuando le daban una orden obedecía y estoy segura de que no la iba a morder pero la hizo correr como loca 🙂

Ella me ha contado todas esas historias con los ojos brillantes y llenos de alegrías y añoranzas. Mi abuela quiere mucho a su familia y extraña mucho a sus padres y hermanos. Como ya dije, mi abuela es una de esas mujeres extraordinarias y es también un alma buena.